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16-08-2013 TRAVESIA FOUNDIOGNE-CASAMANCE

El Golden tiene doble casco, la cantidad de caracolillo es bestial, después de intentar varias veces rascar el casco me resulta imposible, entre lo salado del agua, la fuerte corriente y la malísima visibilidad, he optado por dejarlo y a ver si en Casamance las condiciones son mas optimas.
Son las 6.30 am y a pesar de ser viernes decidimos desafiar a los dioses de la navegación marítima y zarpar rumbo al sur.
Con el cuerpo ya despierto y el desayuno consumado, ojeamos el día, se presenta despejado y el NW ya esta soplando. Al comenzar a levar el ancla me fijo en la cadena y los eslabones se han transformado en un mazacote de caracolillos. Prácticamente es maciza, después de golpearla varias veces gran parte se desprende, aun así en el pozo de anclas entra una gran cantidad, que mas tarde con la defunción de la fauna, convertirían el interior del Golden en una pescadería sin hielo, ¡vaya aroma nos dejo!.
La marea junto al viento nos llevan a 5 nudos río abajo, parece que vamos sobre raíles, apenas si notamos movimiento alguno.


La navegación discurre plácidamente, siguiendo el track de subida y con la excelente visibilidad, las boyas se suceden sin problema alguno, por popa vemos como aquel pueblo atragantado en nuestras almas va quedando atrás. Bye bye Foundiogne.



LOS DIOSES SE CABREARON

Solo nos queda un lugar complicado de pasar, el río es dividido en tres pasos por dos islotes, viendo como nos acercamos arranco motor en previsión de lo que pueda pasar, cuando vuelvo al timón el paisaje no me resulta nada familiar, la sonda con una pequeña humedad justo donde marca la profundidad no deja muy claro sin son 9, 8 o 3 mts, cuando logramos verificarlo ya es demasiado tarde, giro bruscamente a babor y el Golden queda atrapado en un banco de arena, la sonda esta marcando 1,8 mts y mi cabeza marca pegarme un tiro, enseguida recogemos el genova y tras varios intentos con motor hacia atrás, nada, aquello pinta mas que feo. Sin haber asimilado la varada miro al SE y una línea de nubes muy  negras y afiladamente estiradas se nos viene encima, apenas me da tiempo de atar el eólico y el viento nos ataca por babor con mas de 30 nudos, la escora además es contra la isla, en media hora el tranquilo río se ha vuelto loco y las olas pegan de través con mucha violencia, el agua salta por cubierta y todas las escotillas que llevábamos abiertas son cataratas de agua, aquello se había transformado en un particular infierno privado.
Sentada en cubierta y con las olas golpeándole la espalda, la cara de mi amor me hacia sentir mas impotente de lo que ya lo estaba siendo, intentando no perder la calma, comenzamos a cerrar escotillas y poner toallas, la escora es de casi 12º y mi miedo es que el fuerte viento nos empuje mas de la cuenta hacia tierra.
Igual que comenzó acabó, algo más de media hora y de repente el viento quedo a cero y las olas comenzaron a dejar de pasarnos por arriba, los dos sentados en el salón nos mirábamos y ninguna palabra era capaz de romper aquel temeroso silencio.
Con tal de poner un poco de tranquilidad en aquel coctel de nervios, comencé a numerar las probabilidades que teníamos de sacar al Golden de tal atolladero.
Las ideas para salir de la varada no destacaban ni por cantidad ni por calidad, echar un ancla por popa e irnos en el auxiliar al poblado más cercano en busca de cayucos para intentar un remolque. Todas nuestras esperanzas estaban depositadas en la futura altura de la marea alta, con un escandallo casero medimos las profundidades, en proa 2 mts, en popa 2,3 mts, en el centro de la quilla 2 mts, aquellas medidas nos dieron un atisbo de esperanza, solo necesitábamos 40 cms de agua, a la marea le quedaban 2 horas para comenzar a subir y esperábamos con mucha ansiedad que aquel escaso medio metro de agua fuese suficiente para reflotar nuestro querido Golden.
Afuera solo quedaba una inmensa lluvia y dentro una gran incertidumbre, decidimos ponernos a comer, unos bocatas de atún hicieron que por lo menos los estómagos aparte de nervios tuvieran algo que digerir.
La espera se hacia mas que extensa, la escora lentamente parecía ceder al adrizamiento y un rayo de luz parecía iluminar la oscura situación, los crujidos de estar varados cesaban y en cubierta tomando referencias de la proa, unos arbolitos parecen desplazarse a través del estay, eso significaba que flotábamos, arrancamos motor y después de dos intentos, el ultimo a mas de 3000 rpm, el GPS de repente marca 0,4 nudos de velocidad, nos movemos, por fin estamos ciando y la sonda marca casi 4 mts, la euforia se desata y la sensación debe ser parecida a estar condenado a cadena perpetua y que te dejen en libertad.
En aquel instante los dos pensamos lo mismo, nada de grandes desafíos a los dioses de la navegación, los viernes los dedicaremos a rezar y dar gracias a ellos por darnos la suficiente calma y paciencia para esperar otro día.
Una pequeña anécdota, en medio de aquella terrible situación aun me quedaron ganas de sacar algunas fotos, pero al mirar a mi amor y verla con aquella angustia se me cayeron al suelo y preferí estarme quietito. Una vez paso todo se lo comente y efectivamente me hubiera metido la camarita por algún sitio que me hubiera hecho gritar.
Así contado puede parecer un relato mas de barco, en la realidad del momento por nuestras cabezas paso el fin de esta aventura, las probabilidades de remolcar las 20 Tn en aquel paraje en medio de la absoluta nada eran mas que difíciles, por suerte solo quedo en eso, un percance mas de la navegación por estos ríos.
Aquella varada aparte del susto,  había averiado nuestro calculado horario, ahora nos quedaban casi diez millas con la corriente en contra y la idea de salir al océano estaba cambiada, fondearíamos en el delta, justo a la salida del río.
Después de casi  tres horas  bajo la incesante lluvia y a dos millas del canal de salida fondeamos, el cansancio mental nos había dejado fuera de combate, solo pedíamos que aquella noche no aparecieran los apaches montados en aquellas negras nubes y así poder descansar.
La noche pasó sin enterarnos y a las 8.30 am la marea ya estaba a favor, el NW en 15 nudos y todo parecía estar en orden para abandonar aquel río.
Sacamos el genova y las dos millas hasta la salida eran un perfecto largo, cuando giramos 90º a estribor, el canal orientado al W convierte el fabuloso largo en una forzada ceñida, sin la vela mayor la proa anda un poco loca, sus intenciones salirse del canal, con ayuda del motor intento mantener el rumbo, es una ceñida imposible, si meto la proa al canal, el genova se acuartela y el Golden con su doble casco apenas responde. Las balizas parecen no estar como cuando entramos y el track dice que vamos bien. Justo en la desembocadura, el viento canalizado entre la isla de Sangomar y el lado N, comienza a subir y se pone en 25 nudos, con una profundidad de apenas 4 mts las olas no tardan en aparecer y antes de darnos cuenta estamos en una lucha increible por conservar el rumbo, solo queda la duda de quien tiene razon, las balizas o nuestro track de hace un mes. Por proa veo la salida del canal y a babor otra salida nueva, es para volverse loco, la sonda marca tres metros y los pantocazos ya no sabemos si acabaran dando contra el fondo, ante tal lío opto por abrirme del viento, el genova se infla y al menos tenemos gobierno, acabamos guiándonos por el color del agua y las espumas, navegando fuera del canal y del track la sonda comienza a aumentar y ya marca 5 metros, el aire vuelve a entrar en nuestros pulmones y salir con la velocidad normal, aun así el estado de alerta lo mantenemos al máximo.
Después de pasar la boya de profundidad y con las neuronas ya comunicando en su estado normal, la reflexión es la siguiente, esta ha sido la ceñida mas corta y estresante de cuantas he navegado hasta hoy,  madre mía que salida del Saloum, para enmarcar y guardarla en el sótano mas oscuro de la casa.
Por delante nos quedan 120 millas hasta entrar al Casamance, el viento fuera de la desembocadura ha quedado reducido a 15 nudos, unido al surf de las olas nos lleva a una velocidad de 5 nudos lo que representa que a las 12 am debemos estar en las boyas de entrada al canal.
Con el mar de fondo del NW por la aleta de estribor, el Golden y nosotros disfrutamos de la libertad del océano, la estresante navegación por estos desconocidos ríos habían logrado que olvidásemos el encanto de navegar.
Pasamos el cabo de Bald , a la salida del rio Gambia y a partir de aquí boyilandia deja de ser un problema, estamos a mas de 20 millas de la costa, la noche se asoma y la navegación es muy relajada, a las 23 pm el NW deja de acompañarnos y el motor le pone música a la oscuridad.
Con las luces del alba, también llegan las lluvias reduciendo la visibilidad, comenzamos a ver cayucos,  el Opencpn nos marca que estamos a 10 millas del delta,
Un polizón se nos cuela a bordo, sin pedir permiso y con más cara que espalda comienza a comer insectos, el tío se pone las botas y nosotros más que entretenidos con la desvergüenza con la que se mueve apenas a unos cms  de nosotros.



Dejamos la boya de aguas profundas por estribor y comenzamos la aproximación a tierra, rumbo a las boyas de entrada del canal y a esperar visualizarlas, nos faltan menos de una milla y las boyas continúan sin aparecer, la lluvia no cesa y se convierte en un juego al escondite un poco estresante.
Con los prismáticos vemos unos palitos al SW, sin pensarlo ponemos rumbo directo hacia ellos, antes que las cortinas de agua lo vuelvan a esconder apuntamos el rumbo, de pronto distingo el verde y el rojo, sin duda aquello era la entrada al canal, unas sonrisas se dejan ver y después de una hora estamos navegando entre balizas, muy bien colocadas y a cada una de babor la enfrentaba el estribor.


Entre las olas vemos como serpentean las balizas y después de dos curvas dignas de cualquier circuito, el delta del Casamance aparece delante de nosotros.


La lluvia que va y que viene, nos da el respiro justo para ver las lejanas boyas. Apuntamos los 75º de rumbo y esperamos que las lluvias cesen para darnos la suficiente visibilidad, cuando peor parecía que se ponía el cielo, comienza a despejar y ya vemos el primer poblado, Djogue justo enfrente de la isla de Karabane, nuestro primer fondeo previsto. 

Debajo de la nube esta la boya

Djogue
A escasa hora y media, cuando estamos a mitad del río veo una neumática a toda velocidad venir hacia nosotros, encima cuatro militares haciéndonos señas y gritándonos, en nada están abarloados y diciendo, stop guardia senegalesa.
Una vez a bordo me fijo y parecen hippies salidos de una película del Vietnam.
El oficial, que debía estar mas aburrido que un pez rojo en una pecera de bola, descalzo con arena pegada por todo el cuerpo y unas gafas de sol apoyadas en la punta de la nariz, nos dice en ingles que tienen que registrar el barco, le decimos que no hay problema, entra y el segundo oficial que llevaba unas botas que seguramente se las había regalado el hijo de Frankenstein, ( Nº 48) se disponía a entrar también, a esto mi amor le dice que al Golden con esas botas no se entra, el muchacho quedo cortado y antes que saliera por peteneras le comento la delicadeza de las maderas y que al pisarla con aquellas botitas se rayarían mas de la cuenta, a lo que respondió un “no problema”, aparte su fusil iba arrastrando y golpeando allá por donde pasaba, madre que peligro de chaval.
Después de casi una hora, de la cual casi media se la paso intentando ligar con Nuria, el aburrido oficial dio por buena la inspección, se dieron por satisfechos y nos dejaron continuar. Eran las 4 de la tarde y estábamos mas que cansados, después de casi 31 horas de navegación al fin podíamos fondear y descansar de estos dos días de infatigables luchas.  

Karabannne
La bajada a tierra la dejamos para mañana y solo queremos estar tranquilos por unas horas.
Una vez mas el GPS quedaba de guardia y esperábamos no tener que pelear por la noche con ninguna tormenta.




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