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20-8-2013 ISLA DE KARABANE

20-08-13

A 300 mts de la orilla tenemos la que hasta ahora nos parece la mejor playa y poblado de cuantos hemos visto, solo la nueva terminal del ferry que unirá Karabane con Dakar, estropea la bonita postal.




A lo largo de su playa los cocoteros llegan casi a tocar el agua, por sus “calles” la vegetación es exuberante y sus chozas muy cuidadas, nos llama la atención la cantidad de gente blanca y que aquí el español se hable casi mas que el francés.










Nada mas pisar tierra nuestra misión es encontrar alimentos, en cinco minutos descubrimos, que algo imposible la misión, esta isla encarada al turismo solo cuenta con dos colmados, en los cuales se venden mas productos de limpieza que otra cosa, logramos comprar huevos, cebollas, una lata de carne.
Todo son pequeños restaurantes donde la comida típica senegalesa es el plato principal y casi único, arroz con pescado.
En una choza que llaman la “casa de Enma” logramos comprar unos mangos y cocos, una vez mas el ser blanco significa ser rico y el precio nos lo ponen a la altura de Plutón, desorbitado vamos. Después de un leve regateo, el chico se da cuenta que no somos nuevos en el país y rebaja el precio, 2000 cfa. (3,5 euros), aun así carísimo, solo la simpatía de su lorito hace que nos vayamos contentos.


SKY YA SE ESTABA RELAMIENDO
En uno de estos restaurantes conocemos a un grupo de españoles, casi nos echamos a llorar de estar hablando casi una hora en español. Cuando les contamos que venimos en barco apenas dan crédito y se piensan que hemos llegado en el ferry, nos animan y alucinan con nuestras historietas.
Por la tarde en cubierta nos fijamos y unas extrañas olas recorren el río, sin viento ni navío que las provoque, nos quedamos mirando, aquel espectáculo era digno de cualquier documental de National Geografic, los delfines en manada usando estrategias depredadoras, los mas grandes provocan las olas nadando a gran velocidad consiguiendo dirigir el banco de peces hacia la manada que cierra el circulo.
Si bien esto en la tele no dejaba de sorprendernos, así visto en vivo nos dejo perplejos, la naturaleza en estado puro y delante de nosotros, otra pequeña recompensa por navegar en estas salvajes aguas.

EN EL AGUA Y EN TIERRA, NATURALEZA VIVA


ESTA HACIA POQUITO TAMBIEN ESTABA VIVA



Recorremos el poblado y su playa quedando maravillados de la belleza del sitio.





Sus gentes cordiales no nos incordian con las dichosas compras y esto hasta nos extraña, pasamos dos días mas que tranquilos y con la suerte de no recibir ninguna tormenta, algo que ya necesitábamos con urgencia.
Nos decidimos a comer en uno de los restaurantes, La Barracuda, el precio no esta mal y la comida mas que aceptable, la bebida solo puede ser Fanta, la cerveza se la han bebido toda en una fiesta que había tenido lugar el día antes de nuestra llegada, una penita, el camarero habla español otro detalle que agradecemos.




Nuestra urgencia de encontrar comida hace que tengamos que abandonar este bello paraje y los dos estamos de acuerdo, una verdadera pena, pues el lugar invita a quedarse. Sin duda este seria un rincón para alejarse de lo mundano y vivir muy muy tranquilo. Es de esos lugares donde el tiempo pierde todo ese valor añadido que la sociedad ha sabido promulgar sin otro interés que hacer mas rentable los horarios de trabajo.
Hemos pasado dos días alejados de todos los agobios que últimamente nos acosaban, desde los guías con su interés por los euros, hasta las tormentas, hasta el sol se ha dignado a salir, una paz que aunque ha sido breve estábamos falto de ella.
Sin previsión alguna y solo con el horario de la marea en nuestra bitácora, decidimos emprender la navegación río arriba, casi 30 millas hasta Zinguichor, ciudad capital de la región de Casamance.

Nos acostamos con la idea de salir pronto, pues la marea comienza a ser favorable a las 9 am.

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