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23-08-2013 ZINGUICHOR

ZINGUICHOR
23-8-2013

Pasamos la noche mas que silenciosamente, pues una velada sin tormentas se había convertido en una estancia pagada en el edén, después de desayunar las ganas de recorrer la ciudad nos hacia darnos prisa.
Con la comodidad del pantalán del hotel Kandiomagne desembarcamos y cual clientes habituales cruzamos su restaurante. Después de recorrer sus cuidados jardines, donde una extensa colección de árboles y palmeras nos entretuvieron un buen rato, salimos a la calle, en el exterior la primera sensación ya fue diferente, sus gentes estaban mas que acostumbradas a ver blancos y eso significaba un descanso para nosotros.
no son uvas ehhh
Nadie nos quería vender nada, es mas nos decían buenos días y nosotros contestábamos un automático “no gracias”, estábamos hasta extrañados.
En sus calles y edificios se notaba la mano colonial francesa, las cuadriculas de sus manzanas eran perfectas y todo muy ordenado, no así la conservación, si un día estuvo bien urbanizado eso quedo en mejor gloria, actualmente esta muy deteriorado, los edificios públicos parecen estar abandonados y las calles son verdaderas piscinas y en su defecto enormes barrizales.






Nos dicen que hay dos supermercados, y allá que nos dirigimos. Una vez vistos comprobamos que los precios son casi mas caros que en España, compramos algunos caprichos, salami 100grs. 2,8 €, bacón 100grs. 3€, mantequilla 1€, un paquete de tostadas 4,5 €, en fin a este nivel, demasiado para tan poco.
De ahí nos vamos al pequeño mercado, las hortalizas si bien tienen buena calidad están por las nubes, un kilo tomates casi 2€, lo único barato es el pescado y las gambas, compramos 1 Kg. de gambas por 2,5€, y un Kg. de brecas por 2€, seguimos con la soga al cuello, después nos enteramos que ellos solo comen hortalizas de vez en cuando y que en la estación de lluvias están muy caras, en realidad son productos para la clase elevada económicamente, increíble, pensamos.




En el mercado del pescado estaban descargando barracudas, cuando vi su tamaño las ganas de rascar el casco me las metí en el bolsillo, yo creo que pesaban mas de 60 Kg., de sus boquitas les asomaban unos dientes que parecían sables japoneses, cualquiera les presenta cara a las barracuditas senegalesas.



Lo que si ofrecía Zinguichor en sus calles era una tremenda arboleda, en época de anidada, la mayoría de los grandes árboles estaban repletos de cigüeñas y garzas, por el Golden cruzaban durante todo el día hacia los manglares en busca de ramas para los nidos, un espectáculo las colonias que llegaban albergar algunos árboles.




mirar que pequeña se ve la cabra que esta encima del tronquito
De vuelta, al pasar por la puerta del otro hotel nos sale un empleado que se presenta como Osmán Barca, desde luego su camiseta no deja lugar a dudas, y en español nos dice que es el hotel “Le Perroquet”, que tienen wifi, vigilan el bote, nos dejan el agua para el barco a cambio de tomar algo en su bar. Cuando nos dice el nombre del hotel recordamos que en el derrotero esta nombrado, le decimos que nuestro grumetillo siempre viene con nosotros y nos dice que no problema, esta fue la clave para decidirnos a cambiar, a partir de ese día nuestra parada y fonda siempre fue en Le Perroquet.





Perdimos la comodidad del pantalán, si bien con marea alta no había problema, con la baja era toda una aventura embarcar en el bote, el lodo o lo que fuese que allí abajo había hacia muy incomoda y escrupulosa tal acción.



Si bien el glamour del Kandiomagne quedaba lejos, allí en seguida nos acomodamos y el poder conectarnos era todo un lujo, las cervezas no siempre estaban frías pero las fantas orange, si.
Desde su terraza veíamos el embarcadero de cayucos, por si solo era una verdadera película, allí llegaban cargados y se marchaban con todo tipo de mercancías, desde ganado hasta grandes puertas de garaje, era especialmente llamativo el que se dedicaba al transporte de personas, un verdadero autocar, llegamos a contar mas de 60 pasajeros, todos con su chaleco.

solo un tanto por ciento muy reducido sabe nadar




Al hotel con cada llegada del ferry que hacia el recorrido Dakar-Zinguichor, no dejaban de venir gente blanca, así una tarde conocimos a Estela y Pablo, pareja de Barcelona que venían unos días de vacaciones, el fotógrafo y ella traductora enseguida congeniamos y pasamos ratos muy agradables.



Osmán nos ofreció una excursión en piragua a la que ellos se habían apuntado y decidimos irnos a las islas.

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