Dakar-Saloum
Sin apenas dormir y con el mínimo
recorrido del sol, a las 7,30 am levamos ancla.
Con la idea de alcanzar el delta
antes del anochecer y nuestra navegación dependiendo exclusivamente del motor,
la travesía no se presentaba muy entretenida. Las previsiones no daban viento
en toda la semana y nuestras ganas de salir de aquella bahía-cloaca era lo
suficientemente fuertes como para estar dispuesto a gastar gasoil.
A una media de 5 nudos el gps nos
decía que a las 6,30 pm llegaríamos al Delta Sine- Saloum. El día soleado y con
buena visibilidad invitaba a relajarse, mientras salíamos de la bahía no perdíamos
ojo a la proa, los cayucos y los mercantes fondeados no permitían mantener el
rumbo fijo.
Con una veintena de millas
recorridas, el único cambio fue el de los mercantes por la aparición de OFNIS
(objetos flotantes no identificados), los había de todos los tamaños y colores,
y debajo de cada uno de ellos una amarra hasta el fondo con un arte de pesca.
No hay manera que el grumete aprenda a poner la escota en el winch |
Ideal para que la hélice lo
aspirara y nos aliviara del aburrimiento.
Hubo tramos de la travesía que estábamos
a mas de 12 millas
de la costa y tanto los cayucos como los OFNIS no cesaban de aparecer, aquellas
aguas no estaban pensadas para disfrutar de navegaciones nocturnas.
Sin perder ojo a las aguas de la
proa, comenzamos a baldear la cagada cubierta, cepillo en mano parecíamos
esclavos al sol en un viejo bergantín. Que gusto dejar de andar de puntillas,
¡por dios!
Cedidas por Gege, en el Opencpn
habíamos cargado unas rutas que nos facilitarían la entrada al río. En mi
cabeza ya rondaba hacia unos días el momento de entrar a estos desconocidos
deltas, preocupándome desde la distancia y aquello me dio cierta tranquilidad.
A las seis de la tarde comenzaba
la aproximación hacia tierra, según el track a seguir debíamos llegar
prácticamente hasta la playa hacer un giro de 90º a estribor recorrer paralelos
a la playa media milla y girar a babor otros 90º para salvar una gran lengua de
arena que era el ultimo paso para ya entrar al río. Todo iba según lo previsto,
pero algo me decía que aquello no acabaría en el río, la cantidad de espumas y
el color demasiado claro del agua me hacían sospechar. Así fue que la sonda
comenzó a decir “cuidadin, cuidadin”, marcaba 3,5 mts y seguía disminuyendo, la
velocidad la habíamos reducido al mínimo y la profundidad cada vez era menor.
Cuando nos marco 2,4 ya era tarde, la quilla del Golden estaba taconeando por
bulerias en aquella gran barra de arena.
Sin pensarlo y rogando a Neptuno
que hubiera suficiente agua giramos a estribor. Mi intención era 180º y pisar
nuestro track de auto seguimiento. Después de varios taconazos bien dados
contra el fondo arenoso, el Golden tenia la proa mar adentro.
Mientras nuestros latidos dejaban
de oírse en tierra firme, la profundidad volvía a los 5 mts.
La noche estaba cerca y aquella
enorme entrada al delta con espumas por todos lados, no invitaba a hacer nuevos
intentos. Dimos varias vueltas comprobando profundidades y dejamos caer el
ancla, para una noche puse la de 50 mts de cabo con 10 de cadena.
Cuando la oscuridad era total, (allí
la costa carecía de alumbrado artificial y en el pequeño poblado de Difiere sus
luces a las 10 de la noche se apagaron), al S y SE vemos como los rayos parecen
decir preparaos que en nada estamos con vosotros, este pequeño detalle me costo
otra noche viendo pasar casi todas sus horas.
Sin que las tormentas
aparecieran, al día siguiente y con los ojos como paelleras, mirábamos el río,
tan cerca y tan lejos. Decidí olvidarme de la ruta digital y a uno de los cayucos
que paso muy cerca de nosotros, en mi “cultivado francés” le pregunte donde había
una entrada. Las explicaciones de aquella buena gente no nos aclaraba mucho, así
que decidimos guiarnos por nuestro instinto marinero. Después de varias
taconadas mas y con el corazón vuelto del revés, optamos por dejar ese instinto
y tomar rumbo W, mar adentro para rodear las olas y probar por el lado sur. Cuando
estamos a unas 5 millas
de la costa, con los prismáticos veo dos pirulís que por estrechos no podían
ser cayucos. Al acercarnos distingo los colores verde y rojo, aquello era el
canal de entrada. Seguí su recorrido, y una serie de balizas se adentraban en
el río, pusimos rumbo S y efectivamente, un canal muy bien señalizado nos
indicaba la entrada rozando por estribor la isla de Sangomar.
El río se abría
por proa, aleluya en apenas dos hora y poco, estábamos dentro y con 10 mts de profundidad. Por fin un motivo
para reír.
A la izquierda de esa tierra que se ve, fueron las bulerias |
El delta mas que amplio, casi una
milla de ancho y de aguas planas y limpias se dejaba querer por nuestras
exigencias, decidimos fondear pasado Difiere, detrás de una gran arboleda que
nos cubriría en caso de algún SW descontrolado.
Un gran banco de arena nos
privaba de hacerlo cerca de la costa y a 6 mts de fondo soltamos el ancla, dejamos el motor girar unos minutos libre de
carga y cuando la llave lo detuvo, el silencio era absoluto.
Como decían Lole y
Manuel “el aire huele a mas nuevo, el cielo se despereza, ha nacido la mañana”,
olía a océano y el sol lucia limpio en
un cielo azul. Aquel salto de cama con el que andaba vestido en Dakar debido a
la gran polución había desaparecido, parecía
increíble, hasta nos podíamos bañar.
Pasamos el resto de la mañana
disfrutando de la cubierta del Golden y las aguas que lo rodeaban, algo tan
sencillo a veces y tan imposible otras.
Después de comer, la curiosidad
era demasiado grande como para sestear, auxiliar al agua y despacito fuimos acercándonos
a una playita que veíamos entre los manglares.
La poca profundidad me hizo subir
el fueraborda y tirar de la neumática.
Al meter los pies en el agua me llamo la
atención la alta temperatura de esta, yo diría que por encima de los 30º. A mi
amor pisar aquellos fondos semi-lodosos no le hacia ninguna gracia, así que
saque mi traje de Tiburon Dundee y con gran arrojo y valentía la logre salvar
de todos aquellos peligrosos cangrejos de una pinza, de dos y lagartos.
Cada puntito negro es un terrorifico cangrejo de una pinza |
En tierra la poca costumbre de
estar rodeados de manglares nos hacia parecer exploradores.
Las palmeras cocoteras acababan de dar ese aire exótico que tanto nos gustaba y nuestras sonrisas volvieron a poder fotografiarse.
Las palmeras cocoteras acababan de dar ese aire exótico que tanto nos gustaba y nuestras sonrisas volvieron a poder fotografiarse.
A Nuria le parecía que una
anaconda iba asomar en cualquier momento aprisionandonos para luego tragarnos,
broma a la esquina, reconozco que el sitio daba cierta desconfianza.
Paseando entre los manglares, nos
saluda un joven que muy educado y con un francés mas que entendible se presenta
como Teofilo, cristiano y al cuidado de un pequeño Resort, muy cortésmente se
presta a enseñarnos el poblado. Quedamos con el para el día siguiente y después
de dar un pequeño paseo volvemos al Golden.
Una vez a bordo colocamos las indispensables
mosquiteras y nos preparamos para dormir.
Nuestra pequeña charla antes de
apagar los cerebros, ¿a ver que sorpresa nos depara Difiere?
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