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25-05-12 PORT GINESTA-GIBRALTAR


PORT GINESTA .    CASTELLDEFELS   

El día tan esperado a lo largo de estos pasados y removidos años esta a falta de escasas horas, a todo el convencimiento que ha ido alimentado mis ganas por empezar esta nueva y desconocida vida, le surgen ahora las dudas.
Por otro lado, el hecho de habernos enamorado, hizo que Nuria sin pensarlo dos veces se uniera a este increíble y dificil proyecto, gracias a su espíritu aventurero le facilito la tan complicada decisión de abandonar su estable y cómoda vida.
Sentir que el sueño de tu vida esta a punto de hacerse realidad, convierte en miedo lo que hasta ahora era ilusión y toda la calma que hasta el momento había profesado y clamado, se desvanece entre nervios, temores y tristeza.
Los nervios por querer pasar estas horas más rápidas de lo que se pueden, temores a no estar equivocados y ser en realidad unos pobres locos colgados de un sueño imposible, y todo lo que le hemos hecho al Golden no nos de problemas.
Este día  debía ser una gran reunión de amigos de Nuria y míos , pero no tuvimos ánimos para hacer de tan triste momento una fiesta. Nunca fuimos capaces de poner fecha para reunir a tantos conocidos,amigos y familiares para despedirnos, solo los residentes del puerto tuvieron la ocasión de compartir las ultimas horas a nuestro lado.
Fue comenzar con la preparación del Golden y todo nuestro entorno quedo apartado involuntariamente, convertidos en reclusos de este sueño, el tiempo no permito mas. Acababamos las laboriosas jornadas con las fuerzas justas para descansar y tachar de las interminables listas los trabajos acabados.
De todo este sueño,  la parte mas triste ha sido tener que dejar atrás a todas las personas queridas y que de alguna manera han formado parte de nuestras vidas .
Desde aqui os pedimos disculpas y sobre todo un" hasta luego", esperando que este blog consiga que continuemos estando cerca.

Los trabajos, que un día llegaron a parecer eternos estaban acabados, desde el complicadísimo cambio de motor, hasta los mas pequeños detalles, innumerables uno por uno, y que en su día significaron tantos problemas como alegrías. Han sido casi seis meses en los cuales nos convertimos en auténticos trabajadores náuticos, si bien el equipamiento del barco no esta como nos gustaría, preferimos no gastar mas dinero y comenzar así. Por otro lado ya hemos comprendido que un velero solo esta totalmente acabado el día que lo vendes. Siendo conscientes de las faltas que llevamos y con la intención de ir arreglando sobre la marcha aquellos problemas que seguramente surgirán, hemos hecho todo lo posible por partir con el máximo de confort y seguridad.








Solo la noche nos separaba del gran momento, el silencio y la reflexión dominaba el salón del ya inquieto Golden.
Nos íbamos conscientes de abandonar este puerto, donde la convivencia, y la calidad de vida sabíamos que seria muy difícil de superar. Nos marchábamos de este precioso paraje dominado por la sierra del Garraf, con su micro-clima tan benévolo y ese mar Mediterráneo  que tan placenteras navegaciones nos ha regalado. Partimos sin huir, solo buscando nuevas sensaciones y con la esperanza de saber encontrar la calma que nuestras inquietas almas piden, con la curiosidad como bandera y conociendo las cualidades de este paraíso que atrás dejaremos.


26-5-2012

Ocho de la mañana, todo lo necesario para soltar amarras estaba listo, el Golden lucia brillos y orden en todos sus aspectos, y nosotros nervios y una extraña ansiedad, la hora de partir a las diez am., tiempo justo para desayunar con los entrañables amigos residentes en el puerto. Tras un pequeño desayuno, llega el momento y la emoción se desborda. De la memoria surgen todos los ratos compartidos, y las lagrimas se dejan ver, que grande es la amistad, nos sentimos agradecidos con la vida por haber podido conocer a estas tremendas personas.




La hora esta cumplida, y una espesa niebla ha ido cubriendo el cielo. Decidimos esperar que los tonos azules del mediterráneo vuelvan a salir, nos negamos a pensar que esto sea una señal de mal augurio para nuestra partida y la espera se alarga un par de horas, poco a poco el azul va recobrando sus normal intensidad, dejando al descubierto el horizonte al que poner rumbo. Llamamos a Teclo y Cisa del Jemanyá, pues acordamos que nos soltarían las amarras. El Golden queda libre de sus ataduras a tierra firme y las manos hasta ahora temblorosas,  cobraron su serenidad.





El Golden y sus tres tripulantes dejaban la bocana por popa, la mirada atrás se hacia inevitable, inconscientemente queríamos guardar aquella foto del macizo del Garraf que tantas veces habíamos visto. En nuestro interior sabíamos que aquella bocana tardaríamos bastante en volver a cruzarla.






Navegando con el viento del sur por proa, el motor se hacia indispensable, poco nos importaba, todas las ansiedades que habíamos padecido en las ultimas horas, se habían esfumado de repente. Nuria lucia una calma absoluta en su mirada y una inmensa tranquilidad nos acompañaba. El silencio producto de nuestras enfrentadas reflexiones, tenia un sonido diferente a los días pasados, nuestra complicidad bastaba para no tener que usar la palabra.
La escasez de viento y su mala dirección era compensada con un mar plano. El Golden navegaba a 4,5 nudos, el motor a 1800 rpm., se notaba cómodo y nosotros más. La rutina solo era interrumpida por los simpáticos delfines que nos acompañaban. Con rumbo a Ibiza y con el retraso de la niebla, mis cálculos decían que o acelerábamos un poco o llegaríamos a la isla de noche, 2200 rpm y el Golden subió la media a 6,5 nudos. La noche nos alcanzaba y todo iba según lo previsto, el clima aunque no era el cálido verano nos permitió ir en cubierta sin grandes abrigos. De repente una alarma del motor cambio la nota agradable que hasta el momento habíamos tenido, bajo a la sala de maquinas y un ruido de agua no me resulta nada familiar, cuando veo que una manguera en el circuito de refrigeración de agua salada se ha soltado. Paramos el motor y el armario que hemos construido para aprovechar el espacio me impide llegar a la manguerita de marras. Llevábamos mas de 12 horas navegando y como siempre cuando mas de noche era. ahí surge el problema. Tras desmontar el armario compruebo que la brida estaba floja, conecto, pongo la brida, cruzamos los dedos y arrancamos el motor, el agua no se escapa, aleluya, volvemos a las 1800rpm. mas vale llegar tarde que no llegar,
Dejamos toda la noche el motor a ese régimen y de día ya probaremos a ver el fallo.
A la mañana volvemos a probar las 2200rpm. y parece funcionar, dejamos el armario sin montar y de vez en cuando bajamos a ver la manguerita, todo correcto.

A las 32 horas y con el sol poniéndose, llegamos a cala Roig , siendo el mes de mayo es toda para nosotros, las boyas están todas libres, el viento del sur quedo a barlovento y el agua es un plato. El Golden se detiene y nosotros cansados también, la travesía sin mas contratiempo que la nombrada manguerita, ha sido aburrida, eso si nos hemos puesto de comer que hasta el aburrimiento lo hemos engordado. Nuria previsora como ella sola, había cocinado antes de partir y no nos falto un detalle, desde lomo con pimientos, tortilla de patatas, arroz con pollo, salpicón de marisco, en fin, parecía que cruzábamos el atlántico, desde luego es para cambiarle el nombre al barco y ponerle “NURIA 1”,   a nosotros eso de que la navegación no da hambre nos suena a chino, madre mía como comemos.




La noche transcurrió y nosotros no pudimos ser participes de ella, el cansancio acumulado, no solo por la travesía,  antes de partir las ansiedades y los nervios dejaron nuestras mentes tan agotadas que el sueño atrasado ya acumulaba varias noches, el lejano rumor de alguna fiesta ibicenca arrullo nuestro tan necesitado descanso.

Con el día ya bien vestido por esa luz tan especial del mediterráneo, amanecimos en aquel lugar digno de haberse quedado unos días. El hambre de movernos hizo que decidiéramos dirigirnos a cala Savina (Formentera) a unas 9 millas al sur, nuestras sonrisas cobraban su esplendor descubriendo estas islas. El tremendo azul del cielo y sus aguas nos acompañaban a través de aquella bahía, una ligera brisa de 10 nudos de SW acabo de ponerle el broche al nuevo día.  Después de 2 horas estábamos alucinando contemplando las transparentes aguas de Formentera, el ancla parecía caer por el aire hasta el fondo,  ocho metros y parecía no haber agua debajo nuestro,  tocar tierra era la próxima misión. Con el bote amarrado a un pequeño pantalán recorrimos los alrededores y el puerto, buscábamos una terracita para tomar la cervecita de rigor. Dando al lago interior vimos una que merecía la pena y allí brindamos por nosotros mismos. 

 
La extraña sensación de no estar de vacaciones se hacia difícil de asimilar,  dándonos tema de conversación al respecto sin llegar a conclusión alguna, pero compartiendo risas sin precio, por extraño que parezca parecíamos esperar el día de vuelta y su temida depresión, .
Los tres días en esta isla fueron un no parar de relax, ni siquiera dio para una reflexión, únicamente felicitarnos mutuamente por la decisión tomada. 


Comenzamos a probar las placas y nuestra autonomía de voltios, por ahora  funcionaba correctamente y las dos neveras enfriaban dignamente, la de las bebidas mención aparte por su rendimiento. No así donde tenemos la comida, la placa evaporadora resulto insuficiente, suerte del moderno compresor al que le bastaban solo 3,5 A.




Los fondeos si bien no lo teníamos considerado como una maniobra complicada, debido a nuestra corta experiencia, en este tuvimos un gran fallo, colocamos los 15 mts de Golden justo delante del canal de salida de la laguna interior, el efecto de las olas provocadas por la cantidad de lanchas que salían y entraban (así nos lo hizo notar).
La experiencia en estos casos se echa a faltar, decidimos cambiarnos y como no, otra vez la experiencia de la que carecemos, a punto estuvo de costarnos un problema. En la maniobra de ciar para el agarre del ancla, la hélice engancho el cabo del bote auxiliar que lo habíamos dejado amarrado por popa, resultado el bote parecía querer ser devorado por la hélice, justo cortar maquina cuando ya la proa quedaba a ras de agua, fius!!!! Que susto, una sumergida me costo desenredar el cabo que milagrosamente no se había apretado.
Conclusión: ir viviendo para aprender a vivir.          







Sin tener día de partida y mucho menos hora, mirábamos el parte metereológico para poner rumbo SW, la idea era detenernos en La Manga a visitar a un amigo, los vientos giraban al NE y con ellos nos íbamos, sin saber por que teníamos prisa por alejarnos de aquel paraíso.



Amaneció despejado y con una brisa de 8 a 10 nudos NE, el mar plano y nosotros descansados, pusimos genaker y el Golden a 6,5 nudos parecía querer acompañarnos en aquella novata prisa por llegar a ninguna parte, todo el día sin tocar ni una escota. Al atardecer y sin previo aviso el genaker pareció chocar contra una pared, desplomándose enterito, parte del pujamen estaba en el agua, (se había quedado flojo de driza), el esfuerzo para sacarlo del agua aun no tiene nombre, tremendo. Con la llegada de la noche el NE, se despidió y a consumir gasoil.
Cuando mas resignados estábamos a navegar con motor, el viento de NE comenzó a querer acompañarnos, a media noche ya estábamos con las velas arrancadas y 20 nudos empujándonos. Todo iba perfecto y el Golden contento, a las 5 de la mañana hicimos el cambio de guardia Nuria subió a cubierta y baje a dormir, al amanecer una llamada me despertó, estábamos a menos de dos millas de la costa, el viento estaba con rachas de 25 nudos y el mar ya no era el que había dejado. La idea de entrar en La Manga no nos pareció  muy buena, las olas, que estarían en los dos metros, no dejaban ver la costa con la suficiente claridad,  y el desconocimiento de la zona aconsejaban abandonar la primera idea. Después de coger un rizo en la mayor, pusimos rumbo sur y las islas Hormigas parecían esperar un fallo en nuestra navegación para acariciarnos con sus semi hundidos islotes Alejándonos a una prudencial distancia de 5 millas, logramos doblar cabo de Palos, el desordenado mar, se convirtió en una verdadera autopista por la que volábamos, las olas descendieron y el viento NE con 30 nudos y la fuerte corriente nos hacia alcanzar los 9 nudos. 
Velocidad  que nunca hubiese imaginado para este pesado y vetusto barco, la comodidad a bordo genial y apenas notamos vaivenes bruscos. La tarde avanza y con ella nuestro pensamiento de pasar la noche fondeados, un vistazo a la carta y... Águilas parece un buen lugar para hacerlo, es una pequeña ensenada natural protegida del NE por las rocas y del S por un pequeño dique. Lo árido del lugar (como nuestro cansancio), no nos invitan a bajar a tierra, nos limitamos a ducharnos, cenar y dormir. Un mar de fondo se cuela y nos mece mas bruscamente de lo deseado, aun así nuestro cansancio lo vence y dormimos toda la noche.
Al amanecer, el día luce azul, levamos ancla y ponemos rumbo a cabo de Gata, una brisa de 5 nudos insuficiente para empujar el pesado velerito y a consumir gasoil. El mar de fondo del SE que nos bailo la noche lo recibíamos por el través, haciéndonos padecer algunas escoradas importantes. Después de algún que otro sobresalto y recoger todo lo que caía, decidimos poner rumbo S, a pesar de recorrer alguna que otra milla mas de la cuenta, preferimos la seguridad y comodidad del nuevo rumbo. Con el paso de las horas el NE volvió aparecer, apagamos motor y los casi 30 nudos devolvieron la alegría a bordo. A pesar de la intensidad del viento la navegación no resultaba estresante, solo con medio génova hacemos media de 6 nudos, el paisaje se antoja salvaje, los tonos marrones y ocres de la sierra de Gata contrastan con el azul intenso de sus aguas, regalándonos preciosas fotos. Hasta Sky parece disfrutar con el lugar.


El cabo de Gata esta a la vista, el gps nos avisa que al puerto de Adra llegaremos a las 12 de la noche y decidimos cambiar de idea, Almería es la mejor opción y aun así llegaremos con la noche ya puesta. Doblamos el cabo y el viento parece querer irse, su constancia se acaba y solo quedan rachas incomodas.

Dentro de la bahía el mar casi plano, comenzamos a buscar las luces del puerto, llamamos por vhf varias veces sin recibir contestación, decidimos entrar y después de unas viradas esperando ver al marinero, nos metemos en un amarre libre. Cuando la ultima amarra esta firme aparece el marinero con un acento andaluz que nos resulta de lo mas simpático, pero diciéndonos que el amarre es privado y no podemos quedarnos, después de una aclaraciones decide dejarnos con la condición que antes de las 9 de la mañana habremos de cambiarnos. Le preguntamos de algún sitio para cenar y nos indica un sitio cerca del puerto, después de ducharnos salimos y efectivamente lejos de estar cerrado parecía haber una fiesta. La calle bullía de gente y el kiosco (como el lo llamo) estaba a rebosar, suerte tuvimos de encontrar una mesa, unas deliciosas tapas con las cañas heladas saciaron nuestra marinera hambre. Como ya veníamos haciendo, brindamos por nosotros y seguíamos teniendo esa cara de felicidad que tan bien nos sentaba.
Por la mañana bajamos las bicis a tierra y recorrimos el paseo marítimo,


la playa y sus chiringuitos parecían invitarnos a detenernos y probar sus tapitas, claro esta que nos dejamos convencer y no nos arrepentimos de ello, exquisitas todas las tapas que llegamos a probar.
Pasamos tres días geniales donde aparte de descansar, comimos y bebimos sin miramientos.




El levante, decía el parte meteorológico, que entraba y con el nosotros salíamos. A las 6 de la mañana dejábamos Almería y poníamos rumbo directo a Gibraltar. Llevábamos todo el día navegando y de levante nada de nada, todo a motor,

Que dura es la vida de marinera

La del capitán y el grumete mas

la noche continuo con la misma tónica, parecía que entraba pero se quedaba en aviso. Al final, lo que si entro fue una niebla de muy señor mío, cuando fuimos a darnos cuenta la visibilidad no superaba los cien metros, con el radar encendido la navegación comenzó a ser estresante, las continuas subidas y bajadas de cubierta a la mesa de cartas eran indispensables. Poco a poco en la pantalla del radar iban apareciendo mercantes, nos habíamos convertido en el centro de una diana donde los dardos pesaban miles de toneladas. Las bocinas de los buques nos avisaban de que seria una madrugada muy larga, la humedad era altísima y como si hubiese llovido, todo estaba empapado, hasta nuestros cerebros.
A pesar de nunca haber navegado por estas aguas, la gran afición de mi padre por la pesca hizo que me conociera esta costa muy bien, detalle que me hacia ser mas consciente de lo complicado de la zona. La cantidad de mercantes que fondean, salen y entran al estrecho, unido a la niebla, contenían todos los ingredientes para tener algún percance. La bocina del faro de Punta Europa nos avisaba de la proximidad del estrecho, la fuerte corriente del W nos obligaba a frecuentes variaciones de rumbo, todo eran facilidades,  mi mente comenzaba a trabajar a ver como entrábamos en aquel laberinto que seria la bahía de Algeciras. Allí seriamos como una palomita en un campo de tiro, de repente como si alguien hubiese corrido la cortina del baño, la espesa niebla quedo por popa, ante nosotros el sol y el cielo azul, creo que el azul mas intenso y maravilloso que jamás antes habíamos contemplado, dejaba ver toda la bahía y los mas de cincuenta mercantes allí fondeados. 






Si algún día nos había de tocar la lotería, sin duda hubiera sido ese, Nuria que llevaba el corazón en la mano desde hacia horas, no atinaba mas que a sonreír, después de guardar el fatigado músculo en su sitio, logro sacar algunas fotos para recordar que navegando no siempre se disfruta.

POR FIN LLEGAMOS!!!!!