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16-10-2013 TURISMO TERRESTRE

16-10-2013 TURISMO TERRESTRE

Con ganas de conocer la isla hoy nos vamos a la bahía de Santa Maria, al sur de la isla, el colectivo (furgoneta tuneada de 10 plazas) nos cuesta 1 euro por cabeza y trayecto, muy barato, cómodo y rápido.



La llegada a la bahía nos deja de piedra, sus playas de arena blanca y sobre todo el color turquesa del agua hace que nuestra aventura de vivir así, adquiera el valor por el cual habíamos emprendido este viaje, no estaba nada mal esta recompensa, bañarnos en aquellas nítidas y transparentes aguas representaba el principio del fin, de las hasta ahora verdes y oscuras aguas de los ríos africanos, una nueva energía se instalaba en nuestros espíritus, despertando la ilusión por seguir navegando y conociendo lugares de este maravilloso mundo.


CUANDO LLEGA LA HORA DE DISFRUTAR EL GRUMETILLO TBM SE APUNTA






La ciudad es una continua sucesión de hoteles, restaurantes y sobre todo ofertas de deportes náuticos, desde buceo, windsurf, surf, kite, paseos en barco, de pesca, aquí todo esta enfocado al turismo.






Consideramos un acierto que en primera línea de playa no haya construido ningún mamotreto de hotel, de esos que desde la terraza le puedes dar el almuerzo a los astronautas de la estación MIR.
Paseando por sus calles somos unos vulgares turistas, incluso en mas de una ocasión, nos dio la impresión que el guardia jurado de turno nos tomaba hasta por delincuentes, que gozada ser blanco y no parecer un millonetis cualquiera, el trauma africano aun estaba demasiado vivo en nuestro interior y todo aquello que era normal lo vimos como algo extraordinario.
Para comer nos metimos en un restaurante ingles, el sitio muy surfero, con piscina y hasta terrazas con arena, no estaba nada mal, el plato del día arroz con ternera al curry, muy rico, con las cervezas de barril de rigor y un café nos costo 17 euros, también nos pareció caro, pero al menos había oferta y variedad, no dejábamos de asombrarnos ante estos detalles mas que normales.
En realidad después lo comentábamos y caro no era, el sitio era espectacular y allí todo el mundo esta de vacaciones, nosotros que vamos mirando gastar solo lo justo y necesario pues se nos va de presupuesto. Pero como normalmente se dice, un día es un día.



En Santa Maria la sensación que nos da es de estar en un enorme complejo turístico, a pesar de ser temporada baja, la cantidad de nórdicos e italianos casi supera a la población local, entre el pueblito de Palmeiras y este hay una distancia de 14 kms física y más de 2000 en costumbres.
De vuelta en el colectivo tuneado, nuestras miradas acompañadas por unas alegres sonrisas hicieron mas corto el ya de por si, breve retorno.
La idea de irnos a  la isla de San Vicente ya esta en mente y aprovechamos los días que nos quedan para acabar de ver los lugares mas interesantes de la isla, nos vamos a las salinas de Pedro Lume, una vez estamos en la misma entrada el taquillero nos dice que los grumetes de cuatro patas no entran, vaya falta de consideración, toda una gamberrada, nos dedicamos a recorrer el pequeño puerto pesquero.


AQUI  HAY TRABAJO, LASTIMA QUE NO PAGARAN



Las instalaciones de lo que antiguamente fueron las instalaciones del transporte de la sal hasta el mar, una especie de funicular de la que solo queda las torretas de madera y el edificio donde se descargaba, las ruinas de madera, daban un aire de película de terror.








Desde una pequeña colina veíamos el lado Este de la isla, los dos pensamos lo mismo en esa dirección estaba Africa, nunca se sabe pero creemos que esa ruta ya estaba mas que navegada, el azul del cielo y el océano volvía a poner en nuestra visión ese color tan marinero y que tanto habiamos echado a faltar.


Hasta este perdido rincón llego la fiebre del ladrillo, pues vimos varios intentos de urbanizaciones abandonadas, que locura de ambición humana por el dichoso dinero.

AUNQUE NO LO PAREZCA ESTO QUERIA SER UNA URBANIZACION
Entrar a las salinas costaba 5 euros, el colectivo hasta allí al ser un viaje fuera de ruta nos costo 12 euros ida y vuelta, una lastima no haberlos aprovechado del todo.
En Palmeiras tomamos unas cañas en un kiosco en el mismo puerto, lugar muy del pueblo, allí conocemos a Ramos un caboverdiano de 70 años que parece de mi edad, ha trabajado en Holanda muchos años, el tío habla alemán, ingles, francés, español y por los codos, comentamos que es una pena que los ingresos del turismo no repercutan mas en las gentes de la isla, la conclusión es unánime, las políticas de los políticos es igual en todas partes, los grandes intereses logran desviar las leyes para sus conveniencias, y si el pueblo malvive que malviva.




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