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03-07-13 DE DAKAR AL DELTA DE SINE-SALOUM


Dakar-Saloum

Sin apenas dormir y con el mínimo recorrido del sol, a las 7,30 am levamos ancla.
Con la idea de alcanzar el delta antes del anochecer y nuestra navegación dependiendo exclusivamente del motor, la travesía no se presentaba muy entretenida. Las previsiones no daban viento en toda la semana y nuestras ganas de salir de aquella bahía-cloaca era lo suficientemente fuertes como para estar dispuesto a gastar gasoil.
A una media de 5 nudos el gps nos decía que a las 6,30 pm llegaríamos al Delta Sine- Saloum. El día soleado y con buena visibilidad invitaba a relajarse, mientras salíamos de la bahía no perdíamos ojo a la proa, los cayucos y los mercantes fondeados no permitían mantener el rumbo fijo.



Con una veintena de millas recorridas, el único cambio fue el de los mercantes por la aparición de OFNIS (objetos flotantes no identificados), los había de todos los tamaños y colores, y debajo de cada uno de ellos una amarra hasta el fondo con un arte de pesca.

No hay manera que el grumete aprenda a poner la escota en el winch

Ideal para que la hélice lo aspirara y nos aliviara del aburrimiento.
Hubo tramos de la travesía que estábamos a mas de 12 millas de la costa y tanto los cayucos como los OFNIS no cesaban de aparecer, aquellas aguas no estaban pensadas para disfrutar de navegaciones nocturnas.
Sin perder ojo a las aguas de la proa, comenzamos a baldear la cagada cubierta, cepillo en mano parecíamos esclavos al sol en un viejo bergantín. Que gusto dejar de andar de puntillas, ¡por dios!
Cedidas por Gege, en el Opencpn habíamos cargado unas rutas que nos facilitarían la entrada al río. En mi cabeza ya rondaba hacia unos días el momento de entrar a estos desconocidos deltas, preocupándome desde la distancia y aquello me dio cierta tranquilidad.
A las seis de la tarde comenzaba la aproximación hacia tierra, según el track a seguir debíamos llegar prácticamente hasta la playa hacer un giro de 90º a estribor recorrer paralelos a la playa media milla y girar a babor otros 90º para salvar una gran lengua de arena que era el ultimo paso para ya entrar al río. Todo iba según lo previsto, pero algo me decía que aquello no acabaría en el río, la cantidad de espumas y el color demasiado claro del agua me hacían sospechar. Así fue que la sonda comenzó a decir “cuidadin, cuidadin”, marcaba 3,5 mts y seguía disminuyendo, la velocidad la habíamos reducido al mínimo y la profundidad cada vez era menor. Cuando nos marco 2,4 ya era tarde, la quilla del Golden estaba taconeando por bulerias en aquella gran barra de arena.
Sin pensarlo y rogando a Neptuno que hubiera suficiente agua giramos a estribor. Mi intención era 180º y pisar nuestro track de auto seguimiento. Después de varios taconazos bien dados contra el fondo arenoso, el Golden tenia la proa mar adentro.
Mientras nuestros latidos dejaban de oírse en tierra firme, la profundidad volvía a los 5 mts.
La noche estaba cerca y aquella enorme entrada al delta con espumas por todos lados, no invitaba a hacer nuevos intentos. Dimos varias vueltas comprobando profundidades y dejamos caer el ancla, para una noche puse la de 50 mts de cabo con 10 de cadena.
Cuando la oscuridad era total, (allí la costa carecía de alumbrado artificial y en el pequeño poblado de Difiere sus luces a las 10 de la noche se apagaron), al S y SE vemos como los rayos parecen decir preparaos que en nada estamos con vosotros, este pequeño detalle me costo otra noche viendo pasar casi todas sus horas.
Sin que las tormentas aparecieran, al día siguiente y con los ojos como paelleras, mirábamos el río, tan cerca y tan lejos. Decidí olvidarme de la ruta digital y a uno de los cayucos que paso muy cerca de nosotros, en mi “cultivado francés” le pregunte donde había una entrada. Las explicaciones de aquella buena gente no nos aclaraba mucho, así que decidimos guiarnos por nuestro instinto marinero. Después de varias taconadas mas y con el corazón vuelto del revés, optamos por dejar ese instinto y tomar rumbo W, mar adentro para rodear las olas y probar por el lado sur. Cuando estamos a unas 5 millas de la costa, con los prismáticos veo dos pirulís que por estrechos no podían ser cayucos. Al acercarnos distingo los colores verde y rojo, aquello era el canal de entrada. Seguí su recorrido, y una serie de balizas se adentraban en el río, pusimos rumbo S y efectivamente, un canal muy bien señalizado nos indicaba la entrada rozando por estribor la isla de Sangomar.
El río se abría por proa, aleluya en apenas dos hora y poco,  estábamos dentro  y con 10 mts de profundidad. Por fin un motivo para reír.

A la izquierda de esa tierra que se ve, fueron las bulerias

El delta mas que amplio, casi una milla de ancho y de aguas planas y limpias se dejaba querer por nuestras exigencias, decidimos fondear pasado Difiere, detrás de una gran arboleda que nos cubriría en caso de algún SW descontrolado.


Un gran banco de arena nos privaba de hacerlo cerca de la costa y a 6 mts de fondo soltamos el ancla, dejamos el motor girar unos minutos libre de carga y cuando la llave lo detuvo, el silencio era absoluto.


Como decían Lole y Manuel “el aire huele a mas nuevo, el cielo se despereza, ha nacido la mañana”,  olía a océano y el sol lucia limpio en un cielo azul. Aquel salto de cama con el que andaba vestido en Dakar debido a la gran polución  había desaparecido, parecía increíble,  hasta nos podíamos bañar.
Pasamos el resto de la mañana disfrutando de la cubierta del Golden y las aguas que lo rodeaban, algo tan sencillo a veces y tan imposible otras.
Después de comer, la curiosidad era demasiado grande como para sestear, auxiliar al agua y despacito fuimos acercándonos a una playita que veíamos entre los manglares.
La poca profundidad me hizo subir el fueraborda y tirar de la neumática.


Al meter los pies en el agua me llamo la atención la alta temperatura de esta, yo diría que por encima de los 30º. A mi amor pisar aquellos fondos semi-lodosos no le hacia ninguna gracia, así que saque mi traje de Tiburon Dundee y con gran arrojo y valentía la logre salvar de todos aquellos peligrosos cangrejos de una pinza, de dos y lagartos.




Cada puntito negro es un terrorifico cangrejo de una pinza





En tierra la poca costumbre de estar rodeados de manglares nos hacia parecer exploradores.






Las palmeras cocoteras acababan de dar ese aire exótico que tanto nos gustaba y nuestras sonrisas volvieron a poder fotografiarse.


A Nuria le parecía que una anaconda iba asomar en cualquier momento aprisionandonos para luego tragarnos, broma a la esquina, reconozco que el sitio daba cierta desconfianza.
Paseando entre los manglares, nos saluda un joven que muy educado y con un francés mas que entendible se presenta como Teofilo, cristiano y al cuidado de un pequeño Resort, muy cortésmente se presta a enseñarnos el poblado. Quedamos con el para el día siguiente y después de dar un pequeño paseo volvemos al Golden.
Una vez a bordo colocamos las indispensables mosquiteras y nos preparamos para dormir.
Nuestra pequeña charla antes de apagar los cerebros, ¿a ver que sorpresa nos depara Difiere?



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