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14-8-2016 MARTINIQUE, GRAN ANSE-SANTA ANNE

        14-8-2016  MARTINIQUE, GRAN ANSE-SANTA ANNE


Parece que la quietud le sentó bien a mi estirado pectoral, llega el momento de partir, nos vamos a Santa Anne al sur de Martinica, queremos ver y conocer sitios nuevos, es la mayor y casi única obligación a bordo.
Las doce millas de travesía nos parecen poca cosa,  el dinghy decido dejarlo a remolque, las condiciones no parecen estar fuertes y evito forzar el maltrecho musculito. Dejamos la bahía y ponemos rumbo sur, el viento apenas en diez nudos nos empuja lentamente.
Cuando asomamos la nariz de la punta del Diamante, el SE parece estar esperándonos, sus bufidos llegan a los veintipicos nudos, las olas al son del viento nos vapulean y miro el dinghy, le pido perdón pero parece estar enojado, sus tirones así lo demuestran.


 
 
 El estrecho de la roca del Diamante nos queda a babor, pero es una meta inalcanzable, hemos de rodearlo y salir bien afuera de la costa, donde más grandes y fuertes están las olas.
Conociendo la zona, lo ideal es salir de la cara oeste muy pegado a tierra, una vez queda atrás la punta SO, el mismo islote del Diamante te cubre del viento y el mar, además de ahorrarte un par de millas muy complicadas de navegar.
Cuando el ángulo es el correcto, viramos y la proa parece que apunta con sobrada holgura al tremendo pedrusco.
Son poco más de dos millas con el estómago apretado, por no decir otra parte del cuerpo, navegar a barlovento de estas costas siempre da para pensar con detalles negativos. Al final sin problemas sobrepasamos El Diamante, que por cierto tenia el rostro esculpido en piedra.
Nuestro rumbo es imposible y hemos de hacer bordos, con el dinghy a remolque queremos evitar salir afuera, pero los bajos fondos de la costa nos obligan a navegar en las olas. Avanzamos  a 3,5 nudos, la fuerte corriente y el justo ángulo al viento no dan opción. Cuando estamos a tres millas, nos cansamos de los bordos y ponemos motor sin bajar velas, logramos hacer casi 5 nudos. Las olas ya no pican y la trinqueta molesta más que otra cosa,  voy a la proa para arriarla y el ancla de respeto ha caído con sus 10 mts de cadena, olvide asegurarla con el mosquetón que desde siempre está preparado.
Una vez el ancla y la cadena suben a bordo nuestra velocidad gana casi un nudo, me siento en la bañera y mientras recupero el pectoral y el pensamiento, pienso en estos enormes errores de cálculo, 1ª : dejar el dinghy a remolque con aquellas condiciones y 2ª: la caída del ancla, si fuese el patrón echaría al marinero,  suerte que me llevo bien con el capitán.

SANTA ANNE
 
Fondeamos en la bonita bahía de Santa Anne con 5 mts de profundidad y buen agarre, el único hándicap es la distancia hasta la orilla, esta balizada para los bañistas y queda muy distante.
La ocasión lo merece, y nos vamos a tierra con toda la intención de celebrar los errores.
En un kiosco creole, nos pedimos dos cervezas y una hamburguesa, todo por 8 euros, nos parece muy barato y repetimos con las cervezas.


 
 


El pueblo tiene su encanto y no tardamos mucho tiempo en encontrarlo, vemos un cibercafé y aparte de tomar un café a 1,8 euros, comunicamos con la familia y amigos, 1 hora 2,5 euros.
Al dia siguiente recorremos la bonita playa, entre los cocoteros hay toda una gama de chiringuitos, unos baratos y otros muy caros, los arboles y sus sombras parecen tener el nombre y los apellidos grabados por las familias que lo ocupan.

EL BARRIO CON MEJORES VISTAS
PLAYA DE SANTA ANNE








 Con la idea de zarpar mañana, nos vamos a comprar comida y el resto de la tarde la pasamos contemplando la vida.
 

La estancia en Santa Anne ha sido muy cómoda, tanto el pueblo como sus habitantes nos han encantado, hemos pasado dos días como si fuesen dos horas y llega la hora de partir, Santa Lucia es la próxima estación.

 
DONDE SE PONE EL REY, ESTA EL DIAMANTE


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