Poco a poco a la bahía van
llegando veleros la mayoría procedentes de Canarias y franceses, entre ellos un
catamarán, sus tripulantes una pareja de italianos muy simpáticos, Giamba y
Valentina, nos ponemos a hablar y en diez minutos parece que nos conozcamos de
toda la vida, nos invitan a cenar a su cata y como buenos italianos enseguida
comprobamos como les encanta la cocina, nos deleitan con una pasta acompañada
de una cigala que Giamba con una nasa ha pescado, unas tapitas de queso con
tomate seco y berenjenas que quitan el hipo.
Nos enseñan su material fotográfico
pues poseen una web donde van reportando su viaje, la calidad de sus videos e
imágenes nos hace tilintalan, vaya equipos de fotografía que llevan los pibes.
Su idea es algo parecida a la
nuestra, no tienen claro donde detendrán el catamarán, pero quieren hacer el Cabo
de Hornos y lo tienen mas que decidido, una vez en el Pacifico buscar la isla y
aposentar sus marineros traseros.
Conocemos a otro francés que
acaban de llegar y nos pide si le llevamos a su velero en nuestro bote,
acabamos invitados a un aperitivo, nos ponen chorizo ibérico, el trabajo que
nos costo ser modositos no esta escrito, aun así acabamos con las galletas
saladas y el embutido, son una pareja con dos hijos que les acompañan hasta
aquí, después ellos continuaran hacia el Caribe y los hijos vuelven en avión a
Francia, tampoco tienen fecha de retorno, muy simpáticos charlamos un buen rato
comentando los pormenores de las travesías.
Poco a poco el ambiente de
navegantes inunda nuestras ganas de nuevas energías para seguir adelante con
nuestro proyecto.
Que bonito llega a ser compartir experiencias con
gentes de todas las edades y lugares con la misma meta, navegar, conocer mundo
y vivir intensamente.
A diferencia de Senegal y Gambia
aquí el idioma ha dejado de ser una barrera, cuando la motivación es hablar por
el sencillo hecho de comunicarse que interesante y lindo resulta traspasar las
barreras de los idiomas.
La amistad con Giamba y Vale va
en aumento y hoy hemos quedado para cenar en el Golden, una velada muy
marinera, hablando y hablando nos convencen para ir con ellos a la isla de
Boavista, nuestra idea de San Vicente ya esta cambiada.
Con ellos compartimos la misma filosofía, la forma de ver y tratar esta esplendida vida
que hemos elegido, pasamos horas
hablando ellos en italiano y nosotros en español con una total comprensión.
Al día siguiente nos vamos con
ellos en un colectivo a Buracona, paraje natural donde el océano a golpe de
olas logra llenar una piscina socavada en la lava a base de años, el sitio a
rebosar de turismo es de una espectacular y salvaje belleza.
Seguimos recibiendo estas
pequeñas recompensas a nuestra perseverancia por conocer y ver lugares hermosos,
salimos de allí sintiéndonos una vez más muy afortunados.
Por la tarde nuestro amigo Ramos
nos dice que hace una fiesta de la cerveza en su bar musical, allá que nos
vamos para redondear este día que de nombre le pusieron Domingo.
Nos recoge Giamba en su auxiliar
y cuando llegamos al bar, aparte de estar vacío la música es una estridencia electrónica
que no nos deja ni hablar, decidimos irnos al bar del pueblo, este convertido
en baile a la antigua usanza, pues las mujeres sentadas alrededor de la pequeña
pista de baile, están esperando que los hombres les pidan bailar, la música
caboverdiana con sus movidos ritmos
enseguida hace que nuestras rígidas piernas se aflojen y nos pongamos a seguir
el ritmo tímidamente, aquello es un verdadero espectáculo, la media de edad es
de 50 años hasta me siento jovencito.
LA MUSICA NADA QUE VER CON LA EDAD, !IMPRESIONANTE¡ |
Esta gente se mueve que parece
que están enchufados a 220V., me voy a la barra a pedir unas cervezas y cuando
vuelvo mi amor esta pegándose un bailoteo con un pescador, otro espectáculo que
no pasa desapercibido, al final los caboverdianos se encargan de que uno a uno
acabemos todos bailando aquellos ritmos tan tropicales.
Se nos unen una pareja
de franceses, Dominique y su marido (perdona, pero somos incapaces de deletrear
tu nombre) que acaban de llegar de Canarias, pasamos tres horas muy
entretenidas y además integrados con la gente del pueblo, una emoción difícil
de explicar.
En la calle esta medio pueblo y
aquello parece un día de feria, hay puestos de croquetas de pescado, de
caramelos, de pinchos, de trozos de pollo a la brasa, al final acabamos comiéndonos
unos pinchos y unos chorizos a euro la unidad, muy sabrosos y ricos.
Hemos comprobado que aquí los
fines de semana el día que mas fiesta hay son los domingos, Santi ya nos había
dicho que es el día que los solteros y solteras se encuentran para una posible relación,
que el nunca se perdía las noches de los domingos y razón no le faltaba.
Pasamos una sencilla y divertida noche
que continuaba llenando ese saquito que tan falto estaba últimamente de cariño,
comenzamos a pensar que a este paso tendremos que preparar otro saco (donde
guardamos la felicidad).
Nos levantamos con la idea de
comprar y preparar el barco, mañana abandonamos la isla y ponemos rumbo a
Boavista, vamos a Espargo y compramos, pan, unos dulces rellenos de mermelada buenísimos,
frutas y verduras por si un caso, acabamos de recargar las bombonas de camping
gas, recogemos la documentación del barco, por lo que nos cobran 7 euros, y nos
ponemos a descansar, mañana una pequeña etapa de 40 millas y a ver que tal
esta nueva isla.
La isla de Sal nos ha dejado un
muy buen sabor y dado un vuelco importante a los ánimos de mi amor, algo que
agradezco a los dioses de turno.
tambien logramos hacer amigos sin velero |
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