13-10-2013
Isla de Sal Bahía de Palmeiras 16º 45’ 803” N
22º 58’
803” W
Nos dejamos contagiar por la
calma de los caboverdianos, difícil no hacerlo y esperamos al lunes para hacer
la entrada al país.
Pasamos el fin de semana sin
grandes movimientos, el hecho de tener que quedar con Lamin, el taxista del
bote, además de costarnos cada trayecto un euro, hace que nuestra independencia para bajar a tierra este
supeditada a su disponibilidad.
Estamos fondeados a escasos
metros de la bocana del pequeño puerto y esto hace que cuando llegan los ferrys
y los mercantes, sus maniobras de atraque logren darnos algún susto, después
comprobamos que tenían sitio de sobra para atracar.
En la playa han montado una gran
carpa y por la noche la música caboverdiana, muy alegre, no deja de sonar hasta
altas horas de la madrugada, nuestro bote sin motor y el viento en 20 nudos,
nos impiden ir a tierra, desde hacia
mucho tiempo las noches para nosotros estuvieron vetadas, por fin teníamos las
ganas y la opción de al menos poder ir a tomar algo.
De todos los veleros que hay en
la bahía el único que parece ser viajero es el de Leo, por lo visto va a abrir
un yacht club, con servicio de wifi, bar, agua, lavandería, etc.., nos dicen que en una semana lo tendrán abierto,
no sabemos si llegaremos a verlo, las demás embarcaciones parecen estar un poco
abandonadas .
Nos vamos al aeropuerto a sellar
los pasaportes, aquí ya vemos que la influencia europea es muy grande y además
entendemos a la perfección el portugués, nos cobran cinco euros y en menos de
diez minutos estamos legales, en esta ocasión los bolígrafos no fueron un problema.
Nos queda la policía naval para el permiso de navegación, en el mismo Palmeiras
tienen la oficina, después de rellenar un impreso se quedan con la
documentación original, el día que decidamos partir nos será devuelta.
Estos primeros días andamos un
poco desorientados, entre que no disponemos de bote, el clima que ha bajado
increíblemente sus exigencias para nuestros físicos y estas gentes que no nos
acosan con nada, han logrado que nuestra relajación alcance por fin su estado
normal, llevamos comiendo en el restaurante italiano mas de cuatro días
seguidos, sin ser una maravilla los platos ofrecen variedad y sobre todo carne,
resulta curioso que ninguno de los dos seamos excesivamente carnívoros y
actualmente miramos la carne de comer con mucho cariño, el plato del día cuesta
4,5 €, carne o pescado siempre acompañada de arroz y ensalada, la bebida aparte.
Es aquí que conocemos a Santi, un
buzo profesional que trabaja para una empresa petrolera, es grancanario y nos
informa sobre las costumbres de la isla y sus precios.
Un medodía nos dice que si
queremos trabajar con el barco el conoce al hombre que maneja toda la cuestión
de los charters, nos comenta que le quedan pocos días en la isla pero no le
cuesta nada lograr una entrevista, esto nos deja un poco en el limbo, andamos
unos días con la idea y hasta lo vemos factible, pues hay dos catamaranes y
salen dos veces cada día llenos de turistas.
Al final dejamos pasar los días y
Santi desaparece, creemos que nuestra intención de llegar al Caribe es la buena
y estamos decididos a ver que hay al otro lado del charco.
A los pocos días dando un paseo
por la playa con el grumete, me encuentro con un portugués que se presenta y es
de la empresa que gestiona los catamaranes, después de hablar un rato nos
despedimos y para mis adentros este hombre seria el de la entrevista, donde
menos imaginábamos que saldría trabajo aparece, de todas formas el instinto nos
guía y nosotros nos dejamos llevar.
Vamos a Espargo, ciudad a 3 kms
de Palmeiras donde están prácticamente todos los servicios, panadería,
supermercados, talleres, etc, el precio por trayecto es de 50 céntimos de euro,
el transporte son furgonetas acondicionadas y todas están tuneadas con unos
tapizados muy llamativos y cuidados, nada que ver con los minibuses africanos,
nos ponemos a la busca de los filtros para el motor del Golden y solo
encontramos un recambio, el del decantador lo dejamos a ver si en Mindelo
tenemos mas suerte.
En un bar lleno de turistas nos
comemos unos sándwich de jamón y queso con el pan tostado que nos parece
mentira que aun existan, un lujazo que nos saca los dientes de la boca, dos
cervezas de barril, otro lujo que creíamos desaparecido, nos cobran 7 euros que
no nos pesa nada pagarlos.
Compramos chorizo, pan de molde,
hasta croissanes, mas adelante descubrimos un almacén de frutas y verduras de
unos canarios, donde todo llega en cámaras frigoríficas, aparte de vender al
por mayor para todos los comercios, restaurantes y hoteles de la isla, también
vende al detalle, compramos dos kgs, entre tomates, pimientos, calabacín,
limones, y nos pone un precio de 2,20 euros el kg, algo caro pero todo de 1ª
calidad, por fin una ensalada de tomates como dios manda.
En el muelle de pescadores, a
pesar de lo rudimentaria de su flota la actividad es diaria y el pescado apenas
es descargado de las barcas ya esta vendido, compramos cuatro atuncitos (1,5kg)
por dos euros.
ESTE ATUNCITO NO ME LO QUISIERON VENDER |
Llevamos unos cuantos días y
comprobamos que la vida en la isla sin llegar a ser cara, no es barata, las
cervezas que son quintos (220mml) no bajan de un euro, el tabaco el mas barato
1,7 euros, y los restaurantes que en Palmeiras solo hay dos que merecen
confianza ofrecen un plato del día, siempre con base de arroz y patatas fritas con
carne o pescado por 4,5 euros, lo veréis barato, pero para los habitantes de
aquí es carísimo, y a nosotros que lo comparamos con Canarias pues nos resulta
excesivo.
Vamos también a otro almacén de
canarios que importan todo lo que los hoteles pueden consumir, pero los envases son demasiado grandes, las
sopas de sobre para 20 litros
de agua, las latas de fruta y comida de 5 kgs, imposible para nosotros dos,
compramos cereales, frutos secos y cervezas, el precio un poco alto, las
cervezas a 0,50 la lata es lo mas económico que hay en la isla.
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