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19-06-2013 EN BUSCA DE COMIDA

En busca de comida

El mercado del pescado nos quedaba muy cerca y armados de valor y dejando el olfato en el Golden, decidimos ir. Hasta allí llegaban los enormes cayucos que salen al océano, con un duro trabajo, descargan la pesca y después que los tratantes compren las mayorías de las capturas, (estos de mayoría canaria), el resto se vendía en la misma playa.




En cestos, en la misma arena y en las mejores ocasiones, dentro de cajas de poliuretano, se exponían las gambas, lenguados, sardinas, atunes, y un sin fin de especies que rodeados de las respectivas moscas eran vendidos.
Nosotros con esa expresión entre asco y asombro conseguimos arrimarnos al puesto de las gambas. Por 5 € compramos un kilo de considerable tamaño, con el cual comimos dos días, unas con arroz y el resto pasadas por la plancha, esto hizo valer el esfuerzo de aguantar aquellos pesados aromas.


Otro día mi amor se envalentono y quiso probar los “restaurantes” donde los nativos comían a diario. Una chabola mas que destartalada de unos cuatro metros cuadrados y una mesa con dos banquetas, componían el local. Al no entender el menú, nos invitan a pasar y ver los platos, ese momento de atravesar la puerta y ver aquella composición aun no lo olvidamos. Un hornillo de carbón en el suelo con una gran olla de aluminio encima, la cual poseía  una buena cenefa en su borde de las continuas cocidas, era manipulada por una mujer con un típico vestido africano, que cucharota en mano removía el espeso caldo. Allí asomaban cabezas y trozos de pescado. También en el suelo, rodeados de palanganas de plástico, se alojaban el arroz, las verduras y el pescado ya cocidos, entre lo oscuro, el humo y el “no se ni como denominarlo” olor,  aquello parecía la morada de una bruja preparando brebajes mágicos, pero para matar a cualquier humano.
Casi en la misma puerta una chica se ocupaba del lavavajillas, otra palangana de plástico y también en el suelo. Allí con un agua de varios ciclos de lavado encima, fregaba y aclaraba la vajilla y los cubiertos, por cierto el suelo era de tierra.
Después de la brutal olfato-visión, nos quedamos como paralizados en el tiempo, solo atine a decir, ¡amor yo quiero pescadito! ¿ y tu? , aunque tardo en responder, también se pidió su pescadito.
Desistimos de comer en la única mesa y les pedimos que nos lo llevaran al CVD. Allí a modo de merendero y debajo de unos árboles esperábamos ansiosos aquellos sabrosos platos. Nuestros estómagos se habían encogido de tal manera que ni la cervecita nos entraba, los dos menú costaban 1,5 €, demasiados baratos para tanta impresión. Los gatos del CVD nos agradecieron el regalo y comiendo un poco del picantísimo arroz dimos por finalizados los platos.
Aun asi a los pocos días, volvimos a probar en el “restaurante” de al lado. En esta ocasión nuestros oídos pusieron máxima conexión con el cerebro para entender el menú, evitando entrar y ver la elaboración. En vez de pescado era pollo, resulto un poco mas caro pero casi acabamos los platos, 4,5 € los dos menús.
Después de esto desistimos de abaratar nuestro presupuesto y continuar comiendo a bordo.
Otro día después de comer y sestear un ratito, decidimos bajar a tierra a comprar fruta y hortalizas, llevábamos unos días sin nada fresco y el cuerpo ya lo pedía.



Casi sin salir del club los acosadores vendedores ambulantes nos proporcionaron de todo, y lo que no tenían, sin problema al día siguiente te lo conseguían. El precio suponíamos que seria mas caro pero aun no estábamos adaptados para aquella locura y dábamos aquel servicio por bueno.
Si algo había que resaltar era la calidad de las hortalizas y las frutas, los mangos fruta nacional, merecían mención especial, exquisitos.




Otros servicios

En una ferretería logramos comprar cabo para reponer la driza del genova, sin ser náutico era la única opción disponible, por 22 euros, compramos 40 mts de 12 mm de diámetro.
Lo que si logramos fue reparar nuestro fueraborda, un mecánico del CVD, nos presupuesto 60€ por soldar y alinear el maltrecho eje-árbol, al que yo en un intento desesperado soldé a la brava con resultados nulos. Después de dos días teníamos propulsión para los desembarcos, algo genial. En España esta reparación ………… no me quiero imaginar.
El aprovisionamiento de agua lo hacíamos en el club, ellos si haces un gasto mas o menos diario no tienen problema. A nosotros nunca nos dijeron nada, y prácticamente cargábamos el consumo diario.
También tienen varadero hasta 16TN. El travelling un poco rústico, no parecía muy de fiar para veleros con quilla a partir de 12 mts. Y dentro de las instalaciones del club, también había servicio de reparación de velas, mecánica y pintura.



El transporte para el aprovisionamiento del barco
A la espera del pasavante para el Golden y zarpar de aquí aunque sea sin viento.


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