En busca de comida
El mercado del pescado nos
quedaba muy cerca y armados de valor y dejando el olfato en el Golden,
decidimos ir. Hasta allí llegaban los enormes cayucos que salen al océano, con
un duro trabajo, descargan la pesca y después que los tratantes compren las mayorías
de las capturas, (estos de mayoría canaria), el resto se vendía en la misma
playa.
En cestos, en la misma arena y en
las mejores ocasiones, dentro de cajas de poliuretano, se exponían las gambas,
lenguados, sardinas, atunes, y un sin fin de especies que rodeados de las
respectivas moscas eran vendidos.
Nosotros con esa expresión entre
asco y asombro conseguimos arrimarnos al puesto de las gambas. Por 5 €
compramos un kilo de considerable tamaño, con el cual comimos dos días, unas
con arroz y el resto pasadas por la plancha, esto hizo valer el esfuerzo de
aguantar aquellos pesados aromas.
Otro día mi amor se envalentono y
quiso probar los “restaurantes” donde los nativos comían a diario. Una chabola
mas que destartalada de unos cuatro metros cuadrados y una mesa con dos
banquetas, componían el local. Al no entender el menú, nos invitan a pasar y
ver los platos, ese momento de atravesar la puerta y ver aquella composición
aun no lo olvidamos. Un hornillo de carbón en el suelo con una gran olla de
aluminio encima, la cual poseía una buena
cenefa en su borde de las continuas cocidas, era manipulada por una mujer con
un típico vestido africano, que cucharota en mano removía el espeso caldo. Allí
asomaban cabezas y trozos de pescado. También en el suelo, rodeados de
palanganas de plástico, se alojaban el arroz, las verduras y el pescado ya
cocidos, entre lo oscuro, el humo y el “no se ni como denominarlo” olor, aquello parecía la morada de una bruja
preparando brebajes mágicos, pero para matar a cualquier humano.
Casi en la misma puerta una chica
se ocupaba del lavavajillas, otra palangana de plástico y también en el
suelo. Allí con un agua de varios ciclos de lavado encima, fregaba y aclaraba
la vajilla y los cubiertos, por cierto el suelo era de tierra.
Después de la brutal olfato-visión,
nos quedamos como paralizados en el tiempo, solo atine a decir, ¡amor yo quiero
pescadito! ¿ y tu? , aunque tardo en responder, también se pidió su pescadito.
Desistimos de comer en la única
mesa y les pedimos que nos lo llevaran al CVD. Allí a modo de merendero y
debajo de unos árboles esperábamos ansiosos aquellos sabrosos platos. Nuestros estómagos
se habían encogido de tal manera que ni la cervecita nos entraba, los dos menú
costaban 1,5 €, demasiados baratos para tanta impresión. Los gatos del CVD nos
agradecieron el regalo y comiendo un poco del picantísimo arroz dimos por
finalizados los platos.
Aun asi a los pocos días, volvimos
a probar en el “restaurante” de al lado. En esta ocasión nuestros oídos
pusieron máxima conexión con el cerebro para entender el menú, evitando entrar
y ver la elaboración. En vez de pescado era pollo, resulto un poco mas caro
pero casi acabamos los platos, 4,5 € los dos menús.
Después de esto desistimos de
abaratar nuestro presupuesto y continuar comiendo a bordo.
Otro día después de comer y
sestear un ratito, decidimos bajar a tierra a comprar fruta y hortalizas, llevábamos
unos días sin nada fresco y el cuerpo ya lo pedía.
Casi sin salir del club los
acosadores vendedores ambulantes nos proporcionaron de todo, y lo que no tenían,
sin problema al día siguiente te lo conseguían. El precio suponíamos que seria
mas caro pero aun no estábamos adaptados para aquella locura y dábamos aquel
servicio por bueno.
Si algo había que resaltar era la
calidad de las hortalizas y las frutas, los mangos fruta nacional, merecían mención
especial, exquisitos.
Otros servicios
En una ferretería logramos comprar
cabo para reponer la driza del genova, sin ser náutico era la única opción
disponible, por 22 euros, compramos 40 mts de 12 mm de diámetro.
Lo que si logramos fue reparar
nuestro fueraborda, un mecánico del CVD, nos presupuesto 60€ por soldar y alinear el
maltrecho eje-árbol, al que yo en un intento desesperado soldé a la brava con
resultados nulos. Después de dos días teníamos propulsión para los desembarcos,
algo genial. En España esta reparación ………… no me quiero imaginar.
El aprovisionamiento de agua lo
hacíamos en el club, ellos si haces un gasto mas o menos diario no tienen
problema. A nosotros nunca nos dijeron nada, y prácticamente cargábamos el consumo diario.
También tienen varadero hasta 16TN. El travelling un poco rústico, no parecía muy de fiar para veleros con quilla a partir de 12 mts. Y dentro de las instalaciones del club, también había servicio de reparación de velas, mecánica y pintura.
A la espera del pasavante para el Golden y zarpar de aquí aunque sea sin viento.
También tienen varadero hasta 16TN. El travelling un poco rústico, no parecía muy de fiar para veleros con quilla a partir de 12 mts. Y dentro de las instalaciones del club, también había servicio de reparación de velas, mecánica y pintura.
El transporte para el aprovisionamiento del barco |
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