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25-09-2013 UN FINAL NO DESEADO


25-9-2013
BANJUL, un final no deseado

Llevábamos algo mas de una semana y ya sabíamos identificar a los pesados guías, los denominamos los “ whats your name”, cuando oíamos esta frase (¿como te llamas? ) nos cambiaba la cara y mas de una vez la antipatía brotaba de nuestros poros.
Pero claro estos los hay de varias categorías, pesados, superpesados, mega pesados y extrahipermegapesados. Estos últimos además son mas simpáticos que los delfines de los parques acuáticos, los muy bandidos se saben ganarte y así fue que un día buscando un sitio para comprar un pen para conectarnos a Internet apareció Lamin. Vaya tela con el oficio de este “whats your name” creo que fue al que mas antipáticamente le conteste y enseguida el dijo, ¡tranquilooooooo¡ yo no quiero dinero, la madre que lo parió, en fin también tenemos que decir que gracias a el tuvimos el pen.
En todo Banjul no hubo manera de encontrar el pen, y el nos dijo que en Serrekunda lo encontraríamos que si le pagábamos el transporte nos llevaba, allá que nos fuimos con Lamin.

comenzamos a seguir a Lamin
Por Serrekunda ya habíamos pasado varias veces, pero el decía Serrekunda Market, cuando llegamos abandonamos la calle principal y nos comienza a meter por unos callejones muy estrechos, por momentos parecía que nos iba a atracar en aquellos pasadizos.


en estas avenidas aun habia luz del sol y !mi amor con la cruz a cuestas¡
De repente aparecemos en el mercadillo mas grande que jamás hayamos visto, si en Albert Market te podías perder, allí no te encontraba ni Lobaton. Nos indico que a partir de aquel momento todo lo que llevásemos en los bolsillos tuviésemos extremo cuidado. El mercadillo estaba muy bien organizado y distribuido por comercios, frutas, pescado, chanclas, artesanías, textil, confección, todo lo imaginable lo podías comprar allí. Cuando llegamos a la sección de electrónica, todo sujeto que había tenia un teléfono movil desmontado en una mano y otro funcionando en la otra, como ya esperábamos el Lamin entro en la tienda, en lengua mandinga concreto su comisión con el dependiente y luego nos dejo el regateo. Cuando nos dijo el precio, directamente nos levantamos y le dijimos que solo llegábamos a una tercera parte, el dependiente dijo imposible y salimos de allí. No habíamos dado dos pasos y nos vuelve a llamar, nos dice que tiene uno de ocasión que vale lo que le ofrecemos, después de comprobar que funciona nos lo quedamos, toda esta operación requirió un tiempo de casi hora y media, mas el trayecto de minibuses.



unos arenques
como veis el pescado esta fresco
Caminar por la ciudad de Banjul, requería unas dosis extras de vitaminas, entereza física y mental. Los súper estaban a casi tres kms, y las pocas aceras con sombras estaban siempre ocupadas por hombres que parecían esperar lo inesperable. Esto nos obligaba a ir bajo aquel intenso sol, el cerebro se nos quedaba como una palomita de maíz, seco arrugado y de ese tamaño, tanto es así que un día sabiendo que en el otro súper las latas de piña las vendían a 15 céntimos las acabamos comprando a 30, después de tener las latas pagadas y estar en la calle nos miramos y el comentario fue: si no engañamos nosotros a nosotros mismos, como no nos van a engañar ellos, madre mía que empanadura mental cogiamos por aquella ciudad.




Una mañana vemos que de los manglares aparece un velero, por la pinta que tiene es un trasmundista y la emoción nos desborda, llevamos casi cuatro meses sin ver a ningún navegante.


 Fondean a escasos metros nuestro y no les hacemos esperar, agarramos el bote y allá que vamos. Son una pareja con dos nenas, una de 9 años y otra de cuatro, él alemán y ella escocesa, llevan una semana mas que nosotros y quieren irse río arriba, nos dicen que nos vayamos con ellos, pero nuestra intención es abandonar Africa. Si no hubiésemos tenido el lío de las redes creo que hubiésemos ido, pero yo estaba ya cansado de mantener el estado de alarma con las tormentas cada noche y Nuria estaba muy muy harta de aquellas gentes y aquel extremo clima. Ya habíamos comenzado a limpiar el casco y la idea era irremplazable, irnos a Cabo Verde. En sus caras notamos una cierta decepción pero comprendieron nuestra posición, ellos estaban recién llegados al continente, nosotros llevábamos 4 meses y estábamos agotados. Mentalmente nos quedaba muy poca fortaleza, mi cordialidad ya había desaparecido y andaba por la ciudad como un pistolero, cabreado y de mal humor, aquello no era nada sano y por parte de Nuria su desilusión llegaba hasta el extremo de no querer ni seguir navegando, había que cortar aquel malestar y las aspirinas no eran la medicina mas adecuada.
El gasoil, esa mision casi imposible
Al día siguiente ellos tomaron rumbo río arriba y desaparecieron en el horizonte. Nosotros continuamos con los trabajos a bordo y con el tema de llenar de gasoil el barco.
En principio el gasoil lo debíamos de comprar en la estación de servicio y con bidones llevarlo al barco, esto nos lo decía Ibrahim, que el se prestaba a hacer el transporte. Pero nos fijamos que en el muelle donde desembarcábamos con el bote, había un poste de gasoil, pedimos información y nos dijeron que pertenecía a una empresa, sus oficinas estaban dentro del recinto portuario, allí que nos fuimos.
En principio nos decía que debían de ser 1000 l., pues la bomba la tenían estropeada y el combustible lo traía en un camión cisterna, pero que el precio aun no lo sabía y habíamos de volver.
Al siguiente día nos dice que es imposible poner solo 600 l. que el camión no viene si no es por los 1000, si no es esa cantidad habremos de usar los bidones y el precio será a 1,5 euros, nuestra contestación fue que a ese precio no comprábamos.
Al cabo de unos días nos llama y nos dice que la lancha que se dedica a los charters quiere poner 400 l. y con nuestros 600 logramos sumar los dichosos 1000 l.
Después de mas reuniones que para el tratado de paz en Palestina, logramos acordar el precio, en principio nos querían cobrar a casi 1.40. En aquella reunión les dije que lo olvidaran que nos íbamos al puerto de Dakar, que allí no los dejaban sin tasas y que 600 litros era mucho dinero para pagarlo a ese precio. Aquello se ve que les dolió y en la siguiente reunión lo bajaron a 1,20 euros, suerte por que lo de Dakar nunca dejo de ser mas que un bulo. Quedamos de acuerdo y cuando llego el día, después de estar casi dos horas dando vueltas esperando el hueco para amarrar, por fin el tanque del gasoil estaba lleno.
Ahí es cuando de verdad nos sorprendimos, el chico después de hacer unos cálculos en un papel, nos dice que nos lo deja mas barato, al final a 1,10 euros. Desde luego que a estas gentes no hay por donde pillarla, en fin, aquella aventura petrolera increíblemente salio bien.

1º intento de poner gasoil, despues de dos horas no fue posible

a la espera para llenar el deposito de gasoil en el muelle comercial

por fin tenemos el gasoil
Limpiar el casco de caracoles y otras faunas no fue una tarea fácil, la malísima visibilidad del agua unido a las corrientes hacían muy complicada la misión. Al final pasamos un cabo que atravesaba la manga del Golden y agarrado a el podía mantenerme en el sitio, aun así me costo casi 9 horas quitarle aquella rugosa piel, empecé que apenas daba dos rascadas y tenia que salir a respirar y casi acabo fumando debajo el agua.
Solo nos quedaba subir al palo, poner la driza del genova que se rompió al segundo día de dejar Fuerteventura y arreglar la veleta, que una graciosa ave acuática la había girado y nos tenia mareados de las vueltas que daba.




Con mas ansia que otra cosa pusimos fecha a la salida de Gambia, nos quedaban cuatro días y una compra mas o menos importante de alimentos y bebidas. En la puerta del súper con los packs de agua y las bolsas de alimentos esperamos un taxi, el precio para toda la ciudad es de 1 euro. Después de casi 20 minutos de espera aparece uno y nos dice que 1,5 euros, nosotros que andamos mas que quemados con la ostia de pagar siempre mas, le decimos que es un aprovechado y el tipo con todo su rostro dice que los paquetes pesan y tiene que cobrar un plus. Lo que nos molestaba no era los 50 céntimos de más, sino el hecho de tener que pagar mas, por que ellos crean que somos tontos.
El ultimo día con los pasaportes sellados y las ultimas compras hechas, se nos olvido la mantequilla encima del mostrador del súper, agarramos el bote para ir a buscarla y en medio del trayecto comienza a echar un sospechoso humo blanco. Aquello pintaba muy feo, como mínimo la junta de culata, nos quedaba ese ultimo viaje y esperábamos que cuando volviésemos la corriente hubiera aflojado su velocidad, a remo seria muy complicado llegar al barco.
Cuando estamos de vuelta en el muelle y tras otra pelea con otro taxista, decía que entrar al puerto nos costaba dos euros mas, yo me desentendí por que andaba mas que calentito y no quería tener ningún problema, mi amor quedo con él y después de unos minutos acordaron que 50 céntimos estaba bien.
Parecía que la corriente ya no tenia tanta fuerza, arrancamos el maltrecho motor y antes de hacer una decena de metros se cala, con los remos nos hacemos los valientes, el Golden se iba alejando y nuestro rumbo era para Cabo Verde, cada vez las remadas eran menos potentes y suerte de nuestros amigos de la armada que nos vieron y vinieron a remolcarnos, una vez mas a ultima hora el fuera borda nos dejaba tirados.
Este fue el ultimo desembarco en Africa, mañana a una hora que no es la mas propicia y con una previsión metereologica en la que el alisio lo tendremos a dos días, partiremos hacia la isla de Sal, primaba mas el irnos que el como.


Llegamos con la intención de recorrer el río y visitar sus increíbles islas llenas de fauna, pero los sucesos con los pescadores, aquella noche cuando apenas habíamos entrado al río Gambia, colmaron el vaso de las desventuras, hicieron que mi amor quedara fuera de cobertura, algo que yo entendí perfectamente, así fue como toda nuestra ilusión por ver y descubrir nuevos lugares quedo atrapada en aquellas redes.
La inseguridad creada a bordo fue mas fuerte que nuestro espíritu aventurero, logrando deformar cualquier visión que pudiésemos tener de aquel pacifico país.
De hecho en las tres semanas que estuvimos nunca tuvimos problema alguno con la seguridad, ni siquiera el bote que nunca lo dejamos asegurado en el muelle.
Nuestra estancia en Gambia se torno en un simple trámite de espera, para preparar el barco y que las condiciones meteorológicas cambiaran para irnos Cabo Verde.

ultima noche en Banjul




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