Dejamos el Gran Tarajal
Puerto del Rosario era el sitio
elegido, descubrimos cuando fuimos a la baja de bandera que era un lugar muy
guardado al N. y NE con apenas mar de fondo.
Con la previsión del alisio en 15
nudos, zarpábamos a las seis de la mañana. El mar bastante alterado nos acabo
de despertar, apenas llevábamos una hora de travesía y el alisio estaba en los
20 nudos y por la misma proa. Las olas nos embestían, y nosotros sin capote intentábamos
hacer una buena faena, a las dos horas yo tenia el estomago aparte de vacío
vuelto del revés. Nuestra media no llegaba a los 4 nudos y con las series
grandes nos dejaban a 1,5 nudos, esto duro las casi 20 millas que nos
quedaban.
No hubo ni una intención de sacar
trapo, la ceñida quizás era posible, pero mi malestar era más que seguro. Dejamos
que el motor hiciera su trabajo y esperar que aquel trayecto acabase lo antes
posible.
A las 13 h llegábamos al fondeo,
sorpresa, el Manuia estaba delante de nosotros, la previsión no había
acompañado y Neil decidía esperar.
Recuperados del tremendo concurso
de bailoteo, arriamos el bote y fuimos a saludarles quedando para cenar.
Dos días después el alisio les
permitía zarpar con rumbo N. Deseándoles buenos vientos nos despedimos con el
deseo mutuo de reencontrarnos en Gambia.
El fondeo al abrigo del muelle
del puerto comercial, resultaba muy cómodo.
El desembarco con el bote en la
rampa del club de vela no representaba gran complicación, excepto cuando la marea estaba muy baja que
el suelo resbalaba más de la cuenta.
Enseguida encontramos nuestros
barecitos para los cortados matutinos y las indispensables cañitas, después de
las agradables caminatas de más de una hora que cada tarde dábamos por el
cuidadísimo y prohibidísimo paseo marítimo, (las bicis, los canes, las pelotas,
la pesca, el baño), todo lo demás estaba permitido, o sea caminar.
Con las maletas preparadas |
Cetaceo aparecido en la orilla que acabo en monunemto |
Un dia desde el Golden veo que en
playa Blanca las espumas asomaban. Tras una caminata de 3 km , las olas no se
presentaban espectaculares, pero las ganas podían con todo y aquella seria la
ultima sesión de surf en la isla.
Una fugaz visita de la Bruja nos permitió
despedirnos en persona antes de nuestra partida hacia África.
Desde nuestra partida de
Barcelona vivamos en una constante despedida y aun no nos habíamos
acostumbrado.
Tan afortunados nos
considerábamos, que un mediodía pasando por delante de una caseta de la ONCE , quisimos probar si
aparte de en el amor también podíamos disponer de la suerte en el azar,
comprando dos boletitos. Como el bar de las cañitas estaba próximo, decidimos
refrescar el gaznate. Aburridos de nuestras trascendentales conversaciones, nos
pusimos a calcular que haríamos si nos tocara los millones que aquel boletito
ponía, hicimos toda clase de cálculos, desde un catamarán de 50 pies hasta la
remodelación de nuestro vetusto Golden, las cañitas animaban la charla y el
hambre a regresar a bordo.
Cuando llegamos a la rampa del
club de vela, el cabo que sujetaba nuestro bote, era lo único que quedaba.
Después de comprobar por los alrededores, nuestras caras no sabían muy bien que
expresión poner, de comprar un mega catamarán a estar en tierra sin poder
llegar a bordo. En medio de la desesperación aparecía Agustín, convertido en
aquel momento en santo, vecino de fondeo y residente en la ciudad. Tras
contarle lo sucedido se ofreció a ayudarnos. Nos llevo con su embarcación en
busca del fugado bote. Después de casi una hora de mar de través y prismáticos
(menuda combinación), el muy inconsciente andaba buscando mejillones en medio de las
rocas, vapuleado por olitas de casi un metro y ante la imposibilidad de
aproximarnos con el velero, Agustín me acerco lo máximo que el calado le permitía a playa Blanca.
Provisto de un chaleco salvavidas y en bañador, me lance a las frías aguas, 600
mts de rompiente me separaban de la orilla, la sensación de naufrago me acogió
antes que el frío. Nada mas pisar arena me dirigí al lugar distante unos 500
mts. Tiritando mas que corriendo llegue al mariscador bote, las rocas y las
olas lo maltrataban, y aquello parecía ser su final. Con la ayuda de un joven
logre rescatarlo, llevándolo hasta la playa, y aquí me esperaba otra lucha. La
rompiente estaba de surf y el bote a remos. El agua se empecinaba en colarse
por la borda, logrando embarcar tal cantidad que hacia imposible conseguir coger
el impulso necesario para remontar las olas, después de varios intentos lograba
llegar al velero de San Agustín. A bordo estaba Nuria, que atacada con sus
nervios sufría de verme en aquella situación.
Llevamos el bote a tierra y
comprobamos los daños, estos teniendo un lugar a cubierto y con electricidad,
eran sencillos de reparar, pero no en nuestra situación, decidiendo ponerlo a
la venta por 100 euros. En dos días nos quedamos sin nuestra querida chalupa.
Con la urgencia y la necesidad pesando
sobre nuestra decisión, compramos una neumática, después de probarla y tras
compararla con el bote, casi nos echamos a llorar.
Hasta siempre chalupita |
Bienvenida pelotita |
A los dos días le pusimos el
fueraborda, que después de dos trayectos dijo basta, el eje-árbol se había
roto, desde entonces no hemos vuelto a comprar un cupón de la ONCE , la fortuna que poseemos
ya consideramos que es mas que suficiente.
La desesperación |
Casi nos vamos a Senegal
Con la llegada de la radiobaliza también
llegaba nuestra hora de partir. Dejamos Puerto del Rosario y pusimos de nuevo
rumbo al Gran Tarajal, donde repostaríamos gasoil y agua.
Una ultima super-compra al super
acababa de dejar al Golden con la línea de flotación 10 cms dentro del agua.
Una pequeña muestra del avituallamiento |
Solo
quedaba esperar una previsión para los 8 días que teníamos de travesía. Después
de varias consultas al Ugrib, el Pasaggeweather, el Windfinder, el Weatheronline
solo nos quedaba consultar con la
Virgen del Carmen.
El dia señalado ya tenia nombre,
el martes 4-6-2013 partíamos hacia el desconocido Senegal.
El día de antes y como ya
acostumbraba mi amor, la cocina era casi profesional, platos de todos los
colores iban saliendo y entrando en los diferentes taper para acabar
organizados en la nevera, con todo
preparado, menos los nervios, solo faltaba pasar la larga noche.
Una llamada a Fede de ultima hora
para contrastar opiniones sobre la previsión, nos hacia cambiar de opinión, el
animo la ansiedad y los nervios se mezclaban con las pechugas empanadas.
Decididos a no pagar mas puerto,
fondeamos en la playa contigua, una verdadera pista de reggaeton, las olas del
NE nos golpeaban del través a un buen ritmo. Después de dos días bailando sin
parar, decidimos irnos al sur de la isla, la playa de Morrojable. Después de
haber estado en varias ocasiones sabíamos que allí las olas no solían entrar. Las
comidas preparadas anteriormente iban cayendo por los fondeos y la previsión no
cambiaba, una gran borrasca en aguas de Mauritania se cruzaba en nuestro
camino, añadiendo mas incertidumbre a las ya apuntadas en nuestra colección de
temores.
Solo faltaba una palmera para ser el Carib |
Solo el viento que entraba con 20
nudos constantes hacia incomodo el fondeo. La bajada con el auxiliar a tierra y
a remo se hacia un poco larga. Cada día mirábamos la previsión. Llevábamos casi
4 días desde que dejamos el puerto, viendo como la situación apenas cambiaba.
Desde que tomamos la decisión de
este cambio de vida, nunca anteriormente habíamos
dudado tanto a la hora de levar
ancla, si de verdad deseábamos este aventurero modo de vivir, había llegado el
momento. Las evaluaciones trimestrales todas superadas y aprobadas y ahora
llegaba el examen final. De los ¡!jiji-jaja!! que hasta el presente representaban nuestras partidas, habíamos
pasado a una encrucijada nada fácil de resolver. Éramos conocedores que al no
tener fecha de retorno, hacia mas complicada aquella despedida, en la cual lo
que dejábamos no se podía abrazar ni besar.
Eran días de escaso aire en los
pulmones, para lo que llegamos a soplar, la ansiedad adquiría un nivel tan desconocido
para mi, que apenas si podía manejarla.
Por nuestras mentes pasaban los
temores mas diversos, la travesía de 900 millas , las olas, África, la seguridad
social, la alimentación, los mosquitos y sus enfermedades tropicales, la estación
de lluvias y creo que el mas grande era el dejar España. Cada día amanecíamos
con uno y nos acostábamos con cuatro. Aquella incertidumbre nos estaba descuartizando
el cerebro en rebanadas. Tanto era así que al segundo día de llegar, sentados
en la playa pasando el rato, veo como el Golden pierde la proa al viento, se da
la vuelta y comienza a irse, a remo con el auxiliar vamos en su captura, por
momentos parece que le alcanzamos y al minuto siguiente parecía galopar y escapar
de nuestras intenciones. Por mi cabeza pasaban hasta los cuatro fantásticos
volando en una manta. Después de una agonizante remada, suerte que íbamos con
el viento a favor, logramos alcanzarlo, una vez a bordo arrancamos motor y
recogiendo los 20 mts de cadena lo
devolvemos a una profundidad de 5 mts , aquello no era normal, en apenas dos
semanas habíamos perdido el bote y ahora casi el Golden,
Nuestras mentes estaban tan
ocupadas con sus miedos, que apenas dejaba trabajar a la conciencia para actuar
con la tranquilidad necesaria que aquellas circunstancias requerían. Después de
comentarlo, decidimos que aquella ansiolítica situación estaba resultando mucho
peor que todo lo que nos pudiera suceder. De mutuo acuerdo y con la misma
previsión meteorológica de hacia ya una semana, tomamos la decisión y volvimos
a ponerle nombre y cifras al día, martes 11-6-2013 a las 8 am., esta vez
era si o si, quedaba una noche y adiós
Fuerteventura y con ella España.
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