5-9-2016 UNION ISLAND-CARRIACOU
Y llego el momento de abandonar The Grenadines, hemos disfrutado y mucho de estas tranquilas navegaciones de mediodía y de sus bonitas islas, nos ha parecido excepcional y el paraíso para cualquier crucerista, solo nos faltaría tener unos ingresos para mudarnos sin grandes dolores, partimos con la enorme suerte de haber conocido un poco mas de este Caribe que tanto se nos ha resistido.
También cambiamos de país y suerte que voy apuntando en mi agenda lo mas resaltable de cada dia, pues ahora mismo resultaría imposible sincronizar experiencias con fechas e islas.
Después de hacer la salida legal, ponemos rumbo a la isla de Carriacou, la corta travesía no merece mención alguna, un enorme placer.
En la bahía de
Hillsborough fondeamos y !!sin enanito toca pelotas!!, arriamos el dinghy y vamos a
realizar la entrada al país, hacemos inmigración y cuando llegamos a la oficina
de aduanas, ya está cerrado, son las 11: 48am en la ventanilla pone bien claro
que el horario es hasta las 12:00, pero desde dentro y con las manos, dicen que
fuera de servicio, continuamos en el puro Caribe.
HILLSBOROUGH BAY |
Venimos faltos de
alimentos y recorremos algunos comercios, compramos un poco de todo, los
precios mantienen la línea caribeña y sobresalen las frutas y verduras, ricas y a un buen precio.
Al día siguiente
continuamos con el papeleo, aduanas nos cobra 50 EC,. Autoridades portuarias 8
EC, hay que resaltar que las tres entidades están una al lado de la otra y a
muy pocos metros del pantalán donde queda el dinghy, todo el personal nos
resultaron muy amables y simpaticos.
Con la entrada hecha nos relajamos y nos vamos a un bar en primera línea de playa, compartimos charla y cervezas con el Frenk.
Al mediodía un chubasco impregna la atmosfera de agua, tanto llovió que volvimos a llenar el depósito, continuamos con la autonomía del agua dulce y parecía una tonteria los pocos mts cuadrados.
EN EL HORIZONTE UNION ISLAND |
Con las compras hechas nos vamos a Sandy Island, a una milla de distancia, islote de arena blanca y cocoteros, las perlas del Caribe, donde todo el mundo busca la foto de rigor, incluidos nosotros claro. El fondeo es permitido, pero pagas igual que si te amarras a las boyas, así que la opción está clara, el precio 25 EC.
AQUI PONE BIEN CLARITO, EL AREA RESTRINGIDA Y DE PAGO |
Todos sabemos de la
simplicidad del idioma ingles, bueno pues con el nombre de las islas aun son
mas simples, ya hemos perdido la cuenta de la cantidad de isla que se llaman
Sandy Island, ¡que poca imaginación!, corcholis.
El snorkel es
obligado y como no, allá que vamos, en las rocas la vida es mayúscula, los
peces adornan cada piedra y una banda de
sepias nos cruza, sus miradas temerosas son de dibujos animados, un placer
poder disfrutar de estas experiencias semisubmarinas, todo este snorkel se
realiza con menos de 2 mts de profundidad.
En el islote los
cocoteros ponen sombra y paz, nosotros consumimos con gusto sus presentes y dejamos que la brisa corra en busca de su infinito destino.
Para comer, reunión en el Frenk, la sobremesa se alarga involuntariamente y las copas colocan el debate, después de arreglar este y otros mundos del extranjero, todos estamos de acuerdo, para sufrir ya estaban los romanos, así que nos quedamos con el placer, que ellos también descubrieron y nosotros sabemos usarlo y gastarlo.
En Esterre Bay dejamos caer el ancla, el único problemita es la proximidad de la pista del aeropuerto, los aeroplanos nos pasan justo por encima, pero sin peligro aparente.
ESTERRE BAY |
Al mediodía vuelve a entrar un chubasco, se pone a diluviar y los guardas no aparecen.
A la mañana siguiente decidimos de irnos a Tyrrel Bay, al SO., los guardas siguen sin aparecer y al final no pagamos la tasa.
En la corta travesía vemos como las aves marinas tienen un festín montado, echamos el curry y toca premio, un precioso atún cae en nuestras manos.
Avisamos por radio al Frenk, hoy tendremos proteínas, el convite nos espera.
En Tyrrell parece
que den premios por fondear, la pequeña bahía está repleta de barcos y a
nosotros no nos gusta demasiado el lugar.
Hacemos del atún una
fiesta gastronómica, Svet se encarga de su elaboración y continuamos
consumiendo las proteínas de la vida, que compartidas siempre son más
agradables y sabrosonas.
Al atardecer nos
vamos a un bar en la orilla y además de tomar unas cervecitas a 3 dólares la unidad, decidimos que el lugar no se merece nuestra
presencia, mañana arrancamos para Grenada.
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