El Golden tiene doble casco, la
cantidad de caracolillo es bestial, después de intentar varias veces rascar el
casco me resulta imposible, entre lo salado del agua, la fuerte corriente y la malísima
visibilidad, he optado por dejarlo y a ver si en Casamance las condiciones son
mas optimas.
Son las 6.30 am y a pesar de ser
viernes decidimos desafiar a los dioses de la navegación marítima y zarpar
rumbo al sur.
Con el cuerpo ya despierto y el
desayuno consumado, ojeamos el día, se presenta despejado y el NW ya esta
soplando. Al comenzar a levar el ancla me fijo en la cadena y los eslabones se
han transformado en un mazacote de caracolillos. Prácticamente es maciza,
después de golpearla varias veces gran parte se desprende, aun así en el pozo de
anclas entra una gran cantidad, que mas tarde con la defunción de la fauna, convertirían
el interior del Golden en una pescadería sin hielo, ¡vaya aroma nos dejo!.
La marea junto al viento nos
llevan a 5 nudos río abajo, parece que vamos sobre raíles, apenas si notamos movimiento
alguno.
La navegación discurre
plácidamente, siguiendo el track de subida y con la excelente visibilidad, las
boyas se suceden sin problema alguno, por popa vemos como aquel pueblo
atragantado en nuestras almas va quedando atrás. Bye bye Foundiogne.
LOS DIOSES SE CABREARON
Solo nos queda un lugar
complicado de pasar, el río es dividido en tres pasos por dos islotes, viendo
como nos acercamos arranco motor en previsión de lo que pueda pasar, cuando
vuelvo al timón el paisaje no me resulta nada familiar, la sonda con una pequeña
humedad justo donde marca la profundidad no deja muy claro sin son 9, 8 o 3
mts, cuando logramos verificarlo ya es demasiado tarde, giro bruscamente a
babor y el Golden queda atrapado en un banco de arena, la sonda esta marcando
1,8 mts y mi cabeza marca pegarme un tiro, enseguida recogemos el genova y tras
varios intentos con motor hacia atrás, nada, aquello pinta mas que feo. Sin
haber asimilado la varada miro al SE y una línea de nubes muy negras y afiladamente estiradas se nos viene
encima, apenas me da tiempo de atar el eólico y el viento nos ataca por babor
con mas de 30 nudos, la escora además es contra la isla, en media hora el
tranquilo río se ha vuelto loco y las olas pegan de través con mucha violencia,
el agua salta por cubierta y todas las escotillas que llevábamos abiertas son
cataratas de agua, aquello se había transformado en un particular infierno
privado.
Sentada en cubierta y con las
olas golpeándole la espalda, la cara de mi amor me hacia sentir mas impotente
de lo que ya lo estaba siendo, intentando no perder la calma, comenzamos a
cerrar escotillas y poner toallas, la escora es de casi 12º y mi miedo es que
el fuerte viento nos empuje mas de la cuenta hacia tierra.
Igual que comenzó acabó, algo más
de media hora y de repente el viento quedo a cero y las olas comenzaron a dejar
de pasarnos por arriba, los dos sentados en el salón nos mirábamos y ninguna
palabra era capaz de romper aquel temeroso silencio.
Con tal de poner un poco de
tranquilidad en aquel coctel de nervios, comencé a numerar las probabilidades
que teníamos de sacar al Golden de tal atolladero.
Las ideas para salir de la varada
no destacaban ni por cantidad ni por calidad, echar un ancla por popa e irnos
en el auxiliar al poblado más cercano en busca de cayucos para intentar un
remolque. Todas nuestras esperanzas estaban depositadas en la futura altura de
la marea alta, con un escandallo casero medimos las profundidades, en proa 2
mts, en popa 2,3 mts, en el centro de la quilla 2 mts, aquellas medidas nos
dieron un atisbo de esperanza, solo necesitábamos 40 cms de agua, a la marea le
quedaban 2 horas para comenzar a subir y esperábamos con mucha ansiedad que
aquel escaso medio metro de agua fuese suficiente para reflotar nuestro querido
Golden.
Afuera solo quedaba una inmensa
lluvia y dentro una gran incertidumbre, decidimos ponernos a comer, unos
bocatas de atún hicieron que por lo menos los estómagos aparte de nervios
tuvieran algo que digerir.
La espera se hacia mas que
extensa, la escora lentamente parecía ceder al adrizamiento y un rayo de luz parecía
iluminar la oscura situación, los crujidos de estar varados cesaban y en
cubierta tomando referencias de la proa, unos arbolitos parecen desplazarse a través
del estay, eso significaba que flotábamos, arrancamos motor y después de dos
intentos, el ultimo a mas de 3000 rpm, el GPS de repente marca 0,4 nudos de
velocidad, nos movemos, por fin estamos ciando y la sonda marca casi 4 mts, la
euforia se desata y la sensación debe ser parecida a estar condenado a cadena
perpetua y que te dejen en libertad.
En aquel instante los dos
pensamos lo mismo, nada de grandes desafíos a los dioses de la navegación, los
viernes los dedicaremos a rezar y dar gracias a ellos por darnos la suficiente
calma y paciencia para esperar otro día.
Una pequeña anécdota, en medio de
aquella terrible situación aun me quedaron ganas de sacar algunas fotos, pero
al mirar a mi amor y verla con aquella angustia se me cayeron al suelo y preferí
estarme quietito. Una vez paso todo se lo comente y efectivamente me hubiera
metido la camarita por algún sitio que me hubiera hecho gritar.
Así contado puede parecer un
relato mas de barco, en la realidad del momento por nuestras cabezas paso el
fin de esta aventura, las probabilidades de remolcar las 20 Tn en aquel paraje
en medio de la absoluta nada eran mas que difíciles, por suerte solo quedo en
eso, un percance mas de la navegación por estos ríos.
Aquella varada aparte del susto, había averiado nuestro calculado horario,
ahora nos quedaban casi diez millas con la corriente en contra y la idea de
salir al océano estaba cambiada, fondearíamos en el delta, justo a la salida
del río.
Después de casi tres horas bajo la incesante lluvia y a dos millas del
canal de salida fondeamos, el cansancio mental nos había dejado fuera de
combate, solo pedíamos que aquella noche no aparecieran los apaches montados en
aquellas negras nubes y así poder descansar.
La noche pasó sin enterarnos y a
las 8.30 am la marea ya estaba a favor, el NW en 15 nudos y todo parecía estar
en orden para abandonar aquel río.
Sacamos el genova y las dos
millas hasta la salida eran un perfecto largo, cuando giramos 90º a estribor,
el canal orientado al W convierte el fabuloso largo en una forzada ceñida, sin
la vela mayor la proa anda un poco loca, sus intenciones salirse del canal, con
ayuda del motor intento mantener el rumbo, es una ceñida imposible, si meto la
proa al canal, el genova se acuartela y el Golden con su doble casco apenas
responde. Las balizas parecen no estar como cuando entramos y el track dice que
vamos bien. Justo en la desembocadura, el viento canalizado entre la isla de Sangomar
y el lado N, comienza a subir y se pone en 25 nudos, con una profundidad de
apenas 4 mts las olas no tardan en aparecer y antes de darnos cuenta estamos en
una lucha increible por conservar el rumbo, solo queda la duda de quien tiene
razon, las balizas o nuestro track de hace un mes. Por proa veo la salida del
canal y a babor otra salida nueva, es para volverse loco, la sonda marca tres
metros y los pantocazos ya no sabemos si acabaran dando contra el fondo, ante
tal lío opto por abrirme del viento, el genova se infla y al menos tenemos
gobierno, acabamos guiándonos por el color del agua y las espumas, navegando
fuera del canal y del track la sonda comienza a aumentar y ya marca 5 metros , el aire vuelve a
entrar en nuestros pulmones y salir con la velocidad normal, aun así el estado
de alerta lo mantenemos al máximo.
Después de pasar la boya de
profundidad y con las neuronas ya comunicando en su estado normal, la reflexión
es la siguiente, esta ha sido la ceñida mas corta y estresante de cuantas he
navegado hasta hoy, madre mía que salida
del Saloum, para enmarcar y guardarla en el sótano mas oscuro de la casa.
Por delante nos quedan 120 millas hasta entrar
al Casamance, el viento fuera de la desembocadura ha quedado reducido a 15 nudos,
unido al surf de las olas nos lleva a una velocidad de 5 nudos lo que
representa que a las 12 am debemos estar en las boyas de entrada al canal.
Con el mar de fondo del NW por la
aleta de estribor, el Golden y nosotros disfrutamos de la libertad del océano,
la estresante navegación por estos desconocidos ríos habían logrado que olvidásemos
el encanto de navegar.
Pasamos el cabo de Bald , a la
salida del rio Gambia y a partir de aquí boyilandia deja de ser un problema, estamos
a mas de 20 millas
de la costa, la noche se asoma y la navegación es muy relajada, a las 23 pm el
NW deja de acompañarnos y el motor le pone música a la oscuridad.
Con las luces del alba, también
llegan las lluvias reduciendo la visibilidad, comenzamos a ver cayucos, el Opencpn nos marca que estamos a 10 millas del delta,
Un polizón se nos cuela a bordo,
sin pedir permiso y con más cara que espalda comienza a comer insectos, el tío
se pone las botas y nosotros más que entretenidos con la desvergüenza con la
que se mueve apenas a unos cms de
nosotros.
Dejamos la boya de aguas
profundas por estribor y comenzamos la aproximación a tierra, rumbo a las boyas
de entrada del canal y a esperar visualizarlas, nos faltan menos de una milla y
las boyas continúan sin aparecer, la lluvia no cesa y se convierte en un juego
al escondite un poco estresante.
Con los prismáticos vemos unos
palitos al SW, sin pensarlo ponemos rumbo directo hacia ellos, antes que las
cortinas de agua lo vuelvan a esconder apuntamos el rumbo, de pronto distingo
el verde y el rojo, sin duda aquello era la entrada al canal, unas sonrisas se
dejan ver y después de una hora estamos navegando entre balizas, muy bien
colocadas y a cada una de babor la enfrentaba el estribor.
Entre las olas vemos como
serpentean las balizas y después de dos curvas dignas de cualquier circuito, el
delta del Casamance aparece delante de nosotros.
La lluvia que va y que viene, nos
da el respiro justo para ver las lejanas boyas. Apuntamos los 75º de rumbo y
esperamos que las lluvias cesen para darnos la suficiente visibilidad, cuando
peor parecía que se ponía el cielo, comienza a despejar y ya vemos el primer
poblado, Djogue justo enfrente de la isla de Karabane, nuestro primer fondeo
previsto.
Debajo de la nube esta la boya |
Djogue |
A escasa hora y media, cuando estamos a mitad del río veo una
neumática a toda velocidad venir hacia nosotros, encima cuatro militares
haciéndonos señas y gritándonos, en nada están abarloados y diciendo, stop
guardia senegalesa.
Una vez a bordo me fijo y parecen
hippies salidos de una película del Vietnam.
El oficial, que debía estar mas
aburrido que un pez rojo en una pecera de bola, descalzo con arena pegada por
todo el cuerpo y unas gafas de sol apoyadas en la punta de la nariz, nos dice
en ingles que tienen que registrar el barco, le decimos que no hay problema,
entra y el segundo oficial que llevaba unas botas que seguramente se las había
regalado el hijo de Frankenstein, ( Nº 48) se disponía a entrar también, a esto
mi amor le dice que al Golden con esas botas no se entra, el muchacho quedo
cortado y antes que saliera por peteneras le comento la delicadeza de las
maderas y que al pisarla con aquellas botitas se rayarían mas de la cuenta, a lo
que respondió un “no problema”, aparte su fusil iba arrastrando y golpeando allá
por donde pasaba, madre que peligro de chaval.
Después de casi una hora, de la
cual casi media se la paso intentando ligar con Nuria, el aburrido oficial dio
por buena la inspección, se dieron por satisfechos y nos dejaron continuar. Eran
las 4 de la tarde y estábamos mas que cansados, después de casi 31 horas de
navegación al fin podíamos fondear y descansar de estos dos días de infatigables
luchas.
Karabannne |
La bajada a tierra la dejamos
para mañana y solo queremos estar tranquilos por unas horas.
Una vez mas el GPS quedaba de
guardia y esperábamos no tener que pelear por la noche con ninguna tormenta.
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