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20-5-2016 SAINT MARTEEN VUELTA AL TRABAJO


20-5-2016 SAINT MARTEEN   VUELTA AL TRABAJO

De vagar en el paraíso, a estar trabajando, sin dolor ni tiempo para pensarlo volvemos a nuestras ocupaciones.                                                          
La primera noticia que nos dan, el pintor no ha hecho nada en la capota, la segunda, el taller donde trabajaba se ha alquilado, así que después de una semana en las B.V.I., las cosas cambian drásticamente.
Todos los trastos que hemos ido acumulando y guardando en el taller, son ahora una carga espesa y voluminosa que ni por un momento me pasa por la imaginación llevarlas de vuelta al Golden.        
Nunca di por hecho que aquel esplendido taller iba a estar siempre a nuestra disposición, pero tampoco que se alquilara tan pronto. Tras varios días, despistado  con la nueva situación, pues no veo solución a corto plazo, una sorpresa.                                  .                                                                                 
Una mañana Antoan, cizalla en mano, me pide que le acompañe, me muestra un contenedor, corta el candado que lo cierra  y dice que ahí está mi taller.
 
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Estos contenedores los alquila, en el varadero habrá más de 30. Aquí en el Caribe no es nada extraño ver veleros abandonados, con los containers ocurre lo mismo, este en particular llevaba 3 años cerrado, el cliente se fue un buen día y jamás volvió.
Una condición es que le haga el techo nuevo, y la otra que me encargue de limpiarlo y tirar a la basura todo lo que hay dentro.
En pocos días lo dejamos vacío y tenemos todos los  materiales y herramientas ordenados y clasificados.
Un detalle más para dejar a este hombre y su varadero anotado en el libro de honor de a bordo.
Nuestro amigo Oso se lleva también su porción de gratitud, gracias a su gestión facilito y mucho la cesión del contenedor, desde aquí te agradecemos tu desinteresada ayuda, un abrazo campeón.
Esto nos permite vaciar completamente las bodegas del  Golden, desde su compra no dejamos de introducir herramientas, maderas, aceros, y un sinfín de recambios  que aparte del peso, ocupaban espacios primordiales.


!!EN UNOS MINUTOS ESTARA TODO ORDENADO!!
Con este contratiempo solucionado volvemos a la rutina de trabajar y goldenear, se van las semanas y las tormentas llegaran.
                                                                                                               
Y por fin la capota  esta lista para instalarla a bordo, con la ayuda de la grúa de Antoan, la colocamos en cubierta, aunque las medidas de ancho se han ido  unos centímetros, podremos instalarla. Amarrados al pantalán pasamos tres días a las carreras,  y para que los trabajos no fuesen todo lo fácil que han de ser, el Zika me engancha, es una nueva enfermedad transmitida, ¡!cómo no!!, por los mosquitos, al igual que el chikungunya te deja las articulaciones sin aceite,  dolores musculares para aburrirte, y las  consabidas fiebres.



 
El muelle donde estamos amarrados es de trabajo, tanto el taller de jarcias como el servicio técnico de una conocida marca de motores, lo usan para dar servicios a los cruceristas, así que no podemos dormirnos y para aprovechar la electricidad y comodidad de estar en puerto, aparto los dolores con los analgésicos y continuamos nuestra labor.
Para acabar de arreglar la situación,  mi amor se cruza en un mal momento con Ghost, el pastor alemán del astillero, le da un mordisco en el muslo que da miedo verlo, ¡y ahora sí!, ya estamos todos apañados para continuar rápidamente con los trabajos.

!!SUERTE QUE ERAN AMIGOS!!
En tres días fijamos el antirociones y unimos el hardtop, nuestros miedos a romper la estética del Golden, están curados, quedamos conformes con la nueva apariencia del barrigudo, ahora con boina y desafiante.



 




 Nos quedaban pendientes los cristales de las ventanas, que el mejor precio que pudimos optar era de 450 euros, pero una vez más, “ese o esa” que todo lo sabe y todo lo ve, nos ilumina……….  .
Cuando voy a pagarle al pintor, me fijo que en un rincón, tiene plexiglás de 12mm de espesor, le pregunto el precio y riéndose me dice que son de muy buena calidad,  me espero el susto y me dice que por 50 euros nos podemos llevar todos, ¡tenemos cristales!, gracias una vez más, “ese” “esa”.                                                                      Toda ganga tiene su precio, y claro está, los cristales son recuperados, su transparencia deja mucho que desear, tras las explicaciones pertinentes, mi amor lijadora y pulidora en mano, se pone en busca de la traviesa transparencia. Después de varias horas, más de 30, el plexiglás adquiere una de sus principales características, ver a través de ellos.
El gran y esperado día llego, tenemos el antirociones instalado. Desde el principio tuvimos claro que ese techo de casi 7 metros cuadrado, habría de servir para recoger el agua de la lluvia, la ilusión por conectar las mangueras y esperar a que lloviera, no era menos que la de tener el antirociones. Como siempre la lluvia se hace esperar, cuando llega lo hace con ganas, lo primero que hacemos es levantar la manguera para ver la cantidad de agua que llega al depósito, es un grifo y en pocos días se llena el deposito pequeño con 250l de agua dulce y gratis..

 


Pero también vemos claro que sin los toldos laterales, el antirociones no cumple la función que deseábamos,  estar en la bañera, llueva o haga sol.                                                                                                
Pedimos presupuesto y la cosa se va de precio, más de 700 euros, asi que agarramos uno de los trozos de genova que se nos cayó en el Atlántico y lo cortamos a medida, lo llevamos a coser y el precio queda más asequible, 250 euros. Después de unos días, el Golden luce hard top y nosotros disfrutamos de su sombra y cobijo, los toldos no tienen ventanas, pero por ahora evitan que la lluvia se cuele donde no debe.



Instalamos los respectivos leds,  altavoces y el confort de la bañera   es todo un lujo palpable y visible.
En el techo tenemos previsto un soporte para antenas, colocamos la del wifi, una de respeto de vhf y una de gps, dejamos los cables de las futuras paneles solares pasados y por fin después de casi 6 meses gozamos de nuestra obra.



Queda modificar el panel donde están los instrumentos de navegación, y hacer estantes y cajones para todos los artilugios que siempre vagan en la bañera, pero por ahora ese orden habrá de esperar.                                                                                            La capota nos deja los bolsillos achicharrados, pero estamos convencidos “los dolores por los dólares gastados”, nos harán vivir el trópico como se debe, en la sombra y secos los días de lluvia, ósea todos los días.                                                                       Nos queda pendiente instalar los paneles solares, también recuperados y a cero euros, gracias a nuestro amigo Claudio, él se encargó de pedirlos a Stephan, soldador del astillero, que los saco de otra embarcación, pero seguramente los pondremos una vez nos hayamos marchado, en alguna bahía con poco movimiento de mar y lejos de los huracanes.                                                                                        
La temporada ciclónica  comenzó,  nos queda la jarcia, rascar el casco, hacer mantenimiento del motor, y un sinfín de trabajitos, los nervios están arrancados, pero ahora  ya sabemos que llegaremos a tiempo para la huida.                                              De la jarcia cambiaremos  los cuatro obenques bajos y el baby stay, continuaremos con la prudencia a la hora de subir trapo, pero la seguridad ha ganado muchos enteros.
Al motor le cambiamos sus filtros y aceites, poco más, a excepción del filtro del aire que me lo encontré deshecho en la sentina, como siempre a dar vueltas por la isla a ver quién tiene el recambio. Después de recorrer varias casas de repuestos para autos, en una que se dedican al tuning, voila!!! 16 dólares y filtro nuevo, me pareció increíble el precio y el bonito color del filtro.                                                                                                              
En cubierta ya se vislumbra que el Golden no pasara el verano aquí, ahora vestido con su traje de navegación parece un velero más, pusimos las velas, fundas, escotas, drizas, recuperamos la trinqueta con su aparejo autovirante, que era tal y como estaba de origen.
Ahora cada vez que nos vamos o venimos con el dinghy, vemos los avances conseguidos y un cierto orgullo nos invade.


A la mesana no hemos podido llegar, tanto sus cables de acero, como la vela están, que ni mirarlos siquiera, quedaran pendientes para la próxima temporada.
Y con el paso de los días vemos que las baterías gozan de buenos amperios, esto nos impulsa a poner la antigua nevera en marcha. Desde que le instalamos el compresor en Barcelona, nunca llego a funcionar. Original del barco, era una nevera de hielo, su aislamiento de los años setenta, no es el adecuado y después de estar todo el día con el compresor arrancado, nunca llego a bajar de los 5º.
Para no destrozar el mueble y cambiar la espuma aislante, hago unos agujeros y le inyectamos poliuretano, a los laterales por el exterior le adosamos paneles térmicos, cambiamos el termostato, y la besamos cariñosamente. Después de dos días funcionando, la temperatura alcanza el -1º, pero las baterías de servicio se niegan a tan disparatado consumo. La cabezonería por hacerla funcionar queda apartada de las rutinas diarias.
Última e importante labor que nos queda, rascar el casco.
Nuestros amigos Oso y Pau, se encargaran de hacerlo, hemos hecho intercambio de trabajos, yo les reparo el motor del dinghy y ellos rascan el casco, en un día, entre los tres acabamos con cuanta vida vegetal y animal estaba agarrada.
 ¡ ya podemos navegar! Esta sencilla frase es un compendio de casi tres años de experiencias terrestres, destinadas precisamente para abandonar la tierra firme.

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